Cabeza de serpiente (1)

Cabeza de serpiente. Una epopeya oscura en Chinatown

TÍTULO ORIGINALThe Snakehead. An Epic Tale of the Chinatown Underworld and the American Dream

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2024)

Nº PÁGINAS472 págs.

PRECIO PAPEL23,65 €

PRECIO DIGITAL12,34 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Implacable analista de calamidades contemporáneas, ya sea el terrorismo del IRA (No digas nada) o la falta de escrúpulos de la industria farmacéutica (El imperio del dolor, sobre la familia Sackler), el periodista estadounidense Patrick Radden Keefe se atreve en Cabeza de serpiente con uno de los negocios más opacos y lucrativos de nuestro tiempo, el del tráfico de personas.

Lo hace, tal como indica su subtítulo, en un área muy concreta, el barrio chino de Nueva York, y a través de la figura de la hermana Ping. Llamada Cheng Chui Ping, esta fue una “pionera” que se estableció en Estados Unidos en 1981 y montó una red para trasladar a miles de compatriotas fujianeses al llamado país de las oportunidades, donde un friegaplatos “ganaba en un mes lo que un campesino de Fuzhou [capital de la provincia de Fujian] en un año”.

El libro empieza con el naufragio en 1993 del carguero Golden Venture frente a Rockaway Beach, entre Brooklyn y Queens, una noticia de la que dio cuenta la prensa española (“La muerte espera en la tierra prometida”, escribió Antonio Caño en El País). Aquel desastre se cobró la vida de ocho inmigrantes chinos y, con el tiempo, contribuyó a destapar la red de Ping, esa “cabeza de serpiente” que personificó la inmigración ilegal entre China y Estados Unidos y fue temida por unos y venerada por muchos más como una heroína.

Aunque ya estaba en el radar de las autoridades, Ping mantuvo operativo el tinglado hasta su detención en Hong Kong en el año 2000. ¿Cómo pudo burlar a la justicia tanto tiempo? En su currículum, la discreción y la eficacia compartían espacio con los sobornos y la violencia, esta última representada por la banda Fuk Ching, cuyo líder, Ah Kay, se acabó reciclando como un empresario de éxito.

El libro se publicó por primera vez en 2009, cinco años antes de la muerte en prisión de la hermana Ping. Radden Keefe se carteó con ella (“¿Y qué gano yo?”, le preguntó antes de acceder a tirar del hilo) y se dejó guiar por un contable de Chinatown que le abrió numerosas puertas. El rigor documental al contextualizar la historia de la inmigración china en Estados Unidos y las más de trescientas entrevistas que llevó a cabo entre 2005 y 2008 apuntalan esta investigación, ágil, bien estructurada, de la que podría decirse que se lee como una novela.

Trabajos periodísticos de esta envergadura no son fáciles, o tal vez ni siquiera viables, en nuestro país: requieren demasiada inversión y un tiempo considerable; pero, desde luego, la realidad que describe Cabeza de serpiente es extrapolable a cualquier otra latitud. Y también el dilema de los países que, como Estados Unidos o España –tanto monta en este caso–, tienen que decidir a quién acogen y a quién despachan.

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