Andreas Ban es “un psicólogo que ha dejado de psicologizar. Un escritor que ha dejado de escribir. Un guía turístico que no guía a ninguna parte. Un nadador que hace tiempo que no nada”. A sus 65 años, con un presente achacoso y un futuro encapotado por la enfermedad, se echa en brazos de la memoria, materia de esta atípica y excepcional ¿novela? de la croata Daša Drndić (1946-2018), la tercera suya que publica la editorial Automática, después de Trieste (2015) –título con el que la presente obra dialoga en diversos capítulos– y Leica Format (2021).
El hilo conductor de Belladonna es, pues, la memoria, quizá como antídoto contra esas “orgías del olvido” que son las guerras, tal como recuerda Andreas Ban. La memoria de este personaje, trasunto de la propia autora (quien siguió sus andanzas en su última novela, EEG, aún no traducida al español) y la memoria de Europa, particularmente de la antigua Yugoslavia, que se rompió en mil pedazos mientras el protagonista trabajaba en París, modulan una sinfonía de lecturas, viajes, miradas y nombres propios que cobran todo su sentido cuando contemplamos el collage desde arriba.
Para madurar esa epopeya individual y colectiva, Drndić se sirve de numerosos recursos. Hay historia, por supuesto, pero también crítica literaria y cinematográfica, digresiones filosóficas, fotografías de archivo, ilustraciones y hasta dos desgarradoras listas con los nombres de miles de judíos, la mayoría niños, asesinados por los nazis en los campos de concentración. Todo tiene cabida en este ajuste de cuentas con el pasado, que exige mucho al lector, pero que le da mucho también: nada menos que un tortuoso paseo por la Europa del siglo XX, cuyas caídas sufrimos todavía en el XXI.
Novelas como Belladonna son una rareza en el mercado editorial, y ahí radica, en parte, su valor: en su insobornable apuesta por la reflexión y la inteligencia frente al entretenimiento más pueril. Con una trama reducida al mínimo, la narración se limita a seguir a su protagonista, que informa de sus investigaciones, habla con los médicos, nos hace partícipes de su extrañamiento (“la ciudad que lleva dentro se ha derrumbado”) y superpone la imagen de la Croacia de los ustachas, la organización filonazi fundada por Ante Pavelić, con aquella que, en los años noventa del pasado siglo, se despeñó en una guerra nacionalista sin fin. Todo, mientras Ban tiene que asimilar ese exilio interior que no deja de ser el de todos los intelectuales en una sociedad cada vez más provinciana y ensimismada en sus pequeñeces, y coquetea, por fin, con la “belladonna” del título, una planta muy peligrosa por su toxicidad.
La edición de este libro de libros, singular, cálido y triste, se acompaña de más de ochenta notas a pie de página que llenan las posibles lagunas del lector ajeno a la realidad de la antigua Yugoslavia.