Almenara

Almenara

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNZaragoza (2024)

Nº PÁGINAS261 págs.

PRECIO PAPEL19,95 €

GÉNERO

Pocos espacios dicen más de nosotros que la casa donde vivimos. Mucho más si esa casa se construye como uno quiere, si no se adquiere ya hecha. Algunas casas están en el campo, en mitad, podríamos decir, de ninguna parte, algo así como ese “campo, campo, campo” de Machado. Algunas casas en el campo (que no “de campo”) llegan a ser, sobre todo, un proyecto vital: distanciarse de algún modo del ruido, vivir más hacia la naturaleza sin pretensión alguna, sólo el silencio y contemplar lo que sucede. Vivir en el campo puede ofrecer otra perspectiva y otro ritmo si uno está atento. En general puede decirse que no hay un solo día en que el campo no te dé una alegría si lo observas.

Miguel Ángel Ruiz es periodista especializado en temas medioambientales y ha recibido varios galardones por su trabajo, entre otros el Premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad (2023). Trabaja en el diario murciano La Verdad desde 1992. Este texto es el relato de alguien que compra un terreno en el interior de la región de Murcia y quiere alzar en él una casa sobre la ya existente, medio derruida, respetando lo que le rodea.

En los veintinueve capítulos, distribuidos de finales de 2018 a diciembre de 2019, se cuenta a través de reflexiones y notas lo que sucede al hilo de ese proyecto de casa, entrelazando algo de la vida familiar, la familia de origen y la que él ha formado, el pasado y el presente. Hay un lince, por ejemplo, que ha aparecido en algún lugar de Murcia y que luego vuelve a aparecer como una sombra al final de la novela. Y hay, también, referencias a la tensión entre la agricultura y el terreno, el desarrollo (o desarrollismo), temas diversos relacionados con el trabajo del protagonista y su visión.

Desde la primera página el libro te sumerge en una atmósfera que se va abriendo y que envuelve con destreza narrativa y elegancia. Todo es sencillo, como esa casa que se quiere edificar, sin pretensiones. Hay rastros de animales, como hay huellas humanas, marcas a veces, esos roces leves o, en sordina, heridas abiertas. Se pueden contar muchas cosas con los silencios. Hay personajes que revelan la dignidad de la obra bien hecha, de quien trabaja con las manos y no acepta un pago que no cree justo por mucho que se le ofrezca. En definitiva, una novela que, sin parecerlo formalmente, se disfruta mucho por su escritura y por esa visión del campo y de la familia, sus dos ejes.

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