Cinco años después de publicar El arte de llevar gabardina, Sergi Pámies (París, 1960) publica un nuevo libro de relatos, género en el que se ha especializado. Como suele hacer, Pàmies reúne los textos en torno a un hilo conductor: en esta ocasión es su propia autobiografía, sabiendo, como escribe, que “la memoria es un monstruo de tentáculos mutantes”. Como en sus anteriores libros, vuelve a brillar su sintética concentración narrativa, la ironía con la que aborda muchos sucesos, la agudeza para captar y criticar tics y comportamientos sociales, y el estilo socarrón marca de la casa.
La mayoría de los relatos están basados en recuerdos y sucesos relacionados con su ingreso en una etapa de madurez, que permite ver las cosas de otra manera, también los hechos familiares y domésticos. Hay recuerdos de sus años infantiles y juveniles, como el relato en el que habla de su afición a la guitarra, y otros que cuentan anécdotas o sucesos de su vida de escritor, como el ocurrido con Manuel Vázquez Montalbán, con quien coincidió en algún congreso de escritores.
También evoca sucesos personales que le marcaron, como el relato que abre el libro, en el que cuenta cómo abandonó la poesía, una “enfermedad de juventud”, en su caso, por la prosa. Son, además, interesantes las reflexiones sobre su manera de abordar los relatos: “Sé cómo plantear la historia, pero no cómo acabarla”.
Pàmies siempre basa su literatura en la realidad, buscando aspectos insólitos o mostrando situaciones divertidas y aparentemente inverosímiles. En este terreno, aparentemente ligero, la literatura del autor sobresale por su unidad temática y de estilo, por los planteamientos lúdicos y sugestivamente originales.