Irene es una mujer independiente, en torno a los 40 años, muy buena en su trabajo. Como inspectora de hoteles de lujo, debe registrarse de incógnito por todo el mundo, para evaluar si cumplen las exigentes normas de calidad. Pero está insatisfecha con su vida. Quizá no envidie a su hermana casada, madre de familia con dos hijas, siempre liada… o quizá sí, pues ella tiene alguien con quien compartir la vida, un proyecto, un plan. En cambio, Irene ha dejado pasar la oportunidad de Andrea, antiguo novio, y ahora amigo y confidente.
Interesante reflexión acerca de que la libertad exige tomar opciones, y por tanto, comprometerse, a cargo de Maria Sole Tognazzi. Se trata de una cinta muy humana, donde la pretensión de la protagonista de afirmar su individualismo y convertirse en una “isla” explota: todos necesitamos amar y ser amados. Tognazzi y sus guionistas tienen buenas ideas, como atravesar la narración con una voz en off que concede un doble sentido a las preguntas de los cuestionarios de evaluación. Y se deslizan inteligentes subtramas con viajes como el de Berlín, que invita a repensar conceptos como “intimidad”, y considerar que la vida se pasa en un suspiro.
Decisión artística consciente, quizá, para subrayar la vida gris de la protagonista, la paleta de colores apagados de la fotografía resulta plomiza, las localidades a las que viaja aparecen desprovistas de atractivo, lo que acaba pesando. A cambio hay una propuesta interesante sobre la soledad contemporánea, con una gran actriz, Margherita Buy, premiada en los David de Donatello.
|