Verbo

TÍTULO ORIGINAL Verbo

PRODUCCIÓN Francia - 2011

DURACIÓN 90 min.

PÚBLICOJóvenes

CLASIFICACIÓNLenguaje soez

ESTRENO04/11/2011

Eduardo Chapero-Jackson, de 40 años, se estrena en el largo metraje después de una brillante trayectoria como cortometrajista con una trilogía de explosiva estética visual que abordaba temas como la anorexia, la muerte o la venganza.

Para su puesta de largo ha optado por una fórmula sumamente complicada: Verbo es una película dirigida a adolescentes, protagonizada por los mismos adolescentes-tipo que copan las series televisivas. La diferencia es que, en lugar de comportarse como los chicos de Física o Química, el joven cineasta madrileño los pone a recitar el Quijote y hablar de los trascendentales del ser. Eso sí, con una estética rompedora y a ritmo de rap.

Cuando uno arriesga tanto puede naufragar. Y hay momentos en que Verbo casi va a pique… No lo hace, en primer lugar, porque la historia es todo menos vacía de sentido. El relato, muy trabajado, es, ni más ni menos, una historia de iniciación: el complicado paso de la adolescencia a la madurez.

Las maneras son radicalmente distintas a la mayoría de los productos destinados a ese público. En una entrevista, el realizador me contó que piensa que la mayoría de los adolescentes no se sienten identificados con el retrato que hacen de ellos algunas cintas, escritas siempre desde una perspectiva bastante cínica y más propia de los adultos. “El adolescente es idealista y radical por naturaleza y con mucha frecuencia se interesa por cuestiones profundas, por el sentido de la vida, por el bien o mal de una acción, por el enigma de la muerte”. Todo eso está en la película, que usa el Quijote como vehículo para trasmitir el idealismo de su protagonista.

Consciente de que se está dirigiendo a un público joven, Chapero-Jackson ha vestido ese discurso humanista con un envoltorio visual sugerente, atractivo, turbio y radical. La cinta juega con los espejos, las alcantarillas, los vertederos, el Madrid antiguo, los suburbios y los graffiti. Juega con la metáfora cervantina encerrada en un verso de hip hop. Convierte a don Quijote en un rapero que recita oráculos como los griegos. Propone una alternativa al modo de enseñar las humanidades mientras destroza el ideal clásico de la tradición y el equilibrio. Y, de paso, habla del bien, del mal, de la vida, de la muerte y sobre todo de la necesidad del esfuerzo personal para salir adelante.

Ahora solo queda que el público adolescente enganche con esta propuesta tan arriesgada y que los docentes descubran los elementos positivos de una película que, como señala su director, “plantea la importancia de acercar las humanidades a los jóvenes”.