Isabel Coixet nos ofrece una de las producciones más erráticas de su, ya de por sí, irregular carrera. La película, basada en la novela homónima de Sara Mesa, bucea en la sordidez de un alma ennegrecida por la soledad y el sinsentido. La joven Natalia huye de su ciudad y su trabajo y se refugia en una aldea de muy pocos vecinos de la España vaciada. Su vida se va a desarrollar entre su casero, un hombre mal encarado y cruel; el “francés”, un vecino solitario que le pide sexo a cambio de arreglarle las goteras; Lara y su familia, entrañables pero que pertenecen a otro mundo, y unos tiernos ancianos. En medio, Sieso, un perro maltratado cuyo carácter aún no se ha dado realmente a conocer.
La película, rodada con maestría, es un descenso a los pliegues más oscuros del ser humano: la mezquindad, la obsesión, la misantropía, el nihilismo, la violencia… La puesta en escena subraya la sordidez, soterrada, silenciosa pero asfixiante. Coixet nos ofrece un boceto del ser humano deprimente y pesimista. Sin embargo, en la sinopsis oficial se lee: “Un relato sobre la duda existencial y el poder transformador del deseo carnal, que explora la naturaleza subversiva de los roles de género”. Siempre es bueno saberlo.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta