Tokyo Vice

Tokyo Vice

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNViolencia, Sexo

ESTRENO08/04/2022

EPISODIOS8 capítulos de 55 min.

PLATAFORMAS

Jake Adelstein es un joven afincado en Japón en los años 90. Muy adaptado a la cultura del país, se convierte en el primer extranjero en trabajar para el Yomiuri Shinbun, el principal diario nacional. Su afán por medrar y agradar a sus jefes le hace sumergirse progresivamente en los bajos fondos de Tokio, relacionándose con dos de los policías más reputados de la ciudad y con la peligrosa mafia japonesa, la jakuza.

La serie, basada en las memorias del propio Adelstein, está marcada por el inconfundible estilo de Michael Mann, que –para regocijo de los amantes del buen cine– vuelve con acierto a la dirección en el primer capítulo y es uno de los productores. En los 90 nos regaló obras maestras como Heat, El dilema y El último mohicano; en cambio, la primera década del siglo XXI fue muy irregular, para terminar apartado de los focos desde entonces (salvo por la serie Luck, con la que parecía comenzar su particular redención). Admirado en su día por secuencias magistrales, como el admirable tiroteo de Heat o la impactante escena de la discoteca en Collateral, apuesta por su característico ritmo lento, pero constante, y una historia algo deslavazada, aunque cohesionada. En Tokyo Vice todo funciona correctamente y se mantiene la intensidad en cada uno de los capítulos. Si bien los primeros parecen introductorios y presentan una trama bien urdida, crece la intensidad a partir del cuarto, sin abandonarla hasta el final de la temporada. Sin duda, aunque ese capítulo lo firma Hikari, la escena de la lucha de katanas del quinto episodio recuerda en el montaje al mejor Mann.

Resulta interesante el retrato de los protagonistas, por su profundidad y evolución. Muestra sutilmente, como es propio del género, su paulatina degradación y su desorden moral, a veces con una explicitud excesiva. El protagonista se implica gradualmente en el mundo mafioso, trasgrediendo líneas antes inimaginables (tabaco, drogas, sexo). Además, el guion mezcla con ingenio momentos cotidianos que reflejan la humanidad de algunos personajes: sirva de ejemplo el viaje en taxi del jakuza Sato y Jake Adelstein, cantando I Want It That Way de los Backstreet Boys. La relación entre ambos evoca, sin duda, a la tan aclamada entre Robert de Niro y Al Pacino (perseguido y perseguidor) en Heat.

Sorprende que una producción tan ambiciosa cuente con un reparto desconocido, salvo Rachel Keller –conocida por la serie Legión– o un secundario habitual en películas americanas sobre Japón como Ken Watanabe (El último samurái, Cartas desde Iwo Jima). Sorprende Ansel Elgort, que inició su carrera con su papel en Baby Driver, pero que no había protagonizado papeles de relevancia hasta West Side Story (en la que tuvo que bailar y cantar como Tony). Para Tokyo Vice aprendió japonés, lengua en la que se desenvuelve con soltura en la serie, mostrando unas capacidades que auguran una carrera prometedora.

En definitiva, nos encontramos ante una serie que se erige en una de las mejores del año. Otra apuesta de HBO que da en el clavo, y de la que ya está anunciada una segunda temporada, debido al éxito cosechado en pocas semanas.

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