Adaptando la película homónima que firmó en 2019 (The Gentlemen: Los señores de la mafia), el cineasta británico Guy Ritchie actualiza en formato serie la vibrante y rocambolesca leyenda de una familia de nobles británicos que se tambalea tras la muerte del patriarca y el complicado legado que deja a sus herederos. Como bien dice el lema del clan familiar Non sine periculo (“Nada en la vida que valga la pena te llega sin un poco de peligro”), una buena síntesis de la montaña rusa que propone la trama. Con respecto a esa versión cinematográfica, se ha moderado la zafiedad de los diálogos, a pesar de tener algunas caricaturas religiosas puntuales tan British como gratuitas.
The Gentlemen es una historia repleta de astutos personajes y atractivas virguerías, técnicas audiovisuales –ningún encuadre es igual que el anterior, la puesta es escena es casi ostentosa–, que divierte al más puro estilo del mejor Guy Ritchie (Sherlock Holmes, Snatch: cerdos y diamantes). La puesta en escena recuerda a Puñales por la espalda con una estética y dirección de arte con bastantes similitudes, mientras que el guion está claramente influido por su admirado Quentin Tarantino. Probablemente la referencia más directa sería Malditos bastardos (2009), aunque a nivel de guion, Ritchie y sus seis compañeros no lleguen a tanto.
Los personajes, al borde de la caricatura, están muy bien esbozados y van entrando en juego en los primeros capítulos, al ritmo del baile, contribuyendo en gran medida al éxito de la producción. Sin contar con el reparto emblemático de la película original, el casting tiene encanto y carisma, con un sorprendente Theo James (Divergente) que lidera la peculiar reeducación familiar con una mezcla de seriedad, ironía y pragmatismo británico, y un divertidísimo Daniel Ings (Lovesick, The Crown), que genera el caos familiar con su persistente inmadurez.