Campeonato Mundial de Judo 2019 en Tiflis (Georgia). La judoka iraní Leila Hosseini (Arienne Mandi) y su entrenadora Maryam Ghanbari (Zar Amir Ebrahimi) se han preparado a fondo para ganar en la categoría de menos de 60 kilos y llevar así a su país la primera medalla de oro en ese deporte. Pero, en plena competición, cuando Leila comienza a estar entre las favoritas, Maryam recibe una orden tajante de las más altas autoridades de la República Islámica: Leila debe fingir una lesión y retirarse, supuestamente para evitar luchar con la judoka israelí Shani Lavi (Lir Katz), que también despunta. Con su propia libertad y la de sus familias en juego, ambas mujeres deberán enfrentarse a una decisión necesariamente traumática.
En esta durísima crítica al tiránico régimen de Irán aciertan plenamente el cineasta israelí Guy Nattiv (Golda) y la iraní Zar Amir Ebrahimi, que debuta a lo grande como directora tras una larga carrera como actriz. Aciertan al rodar tanto la acción presente como los flash-backs en un expresionista blanco y negro, cuya inquietante escasez de grises se refuerza con un opresivo formato de pantalla 4:3. Aciertan en su rigurosa dirección de actores, que huye de histrionismos hasta en las discusiones a gritos, y que potencia los silencios y miradas de los personajes secundarios, tanto los que están dentro del tatami como los que está fuera o en Irán, que van reforzando la intriga y la angustia del espectador a través de sus tramas paralelas. Y aciertan al acompasar todos esos elementos narrativos con la progresión de los diversos combates, cada vez más tensos, y todos rodados y radiados con gran dramatismo. En fin, que esta singular alianza creativa entre un israelí y una iraní ha generado un notable drama deportivo y político, de sorprendente actualidad.
Jerónimo José Martín
@Jerojose2002