Renan es un joven letón que mercadea con productos occidentales de moda en la Riga de los años setenta, mientras burla a los oficiales del KGB que tratan de evitar cualquier tipo de contaminación extranjera que dañe la imagen del régimen. Sus conexiones con el mercado negro y la relación con una joven escritora de ideas aperturistas hacen que Renan termine internado en un manicomio junto a otros presos políticos. Desde allí comenzará a tejer una revolucionaria red de falsificación de pantalones vaqueros que genera inquietud en el KGB.
Esta comedia satírica, y algo dramática en alguno de sus aspectos, se inspira en diversos sucesos ocurridos en los países de Europa del Este durante los años en que fueron satélites de la URSS. Está coescrita y producida por Stanislavs Tokalovs (Everything Will Be Alright (2023), Lovable (2022), y la guionista búlgara Teodora Markova (Bubblegum, 2017), en su primer proyecto conjunto e internacional. El material es bueno y las premisas de las que parte la serie son interesantes: el relato de cómo la ideología y las formas de vida soviéticas fueron debilitándose en las últimas décadas de la Guerra Fría, y de cómo las ideas y los productos occidentales contribuyeron a ello, pese a los intentos totalitarios y propagandísticos de las autoridades comunistas.
Cultura pop, resistencia política y romance se entremezclan en esta comedia, que recrea con mimo las estéticas de la juventud de los años setenta, y la decadencia de un régimen que se ahogaba en su propio absurdo.
Es este ingrediente –el absurdo– lo que alimenta el carácter satírico de la serie, que también contiene otros elementos del clásico cine de acción y de espías, aunque a diferencia del cine norteamericano, el ritmo se vuelve a veces algo lento y repetitivo, especialmente en algunas de las escenas del manicomio. El mundo al otro lado del Telón de Acero sigue siendo un universo muy rico y aún por explorar, que nos ha dado ya grandes historias como Chernóbil (2019), The Sleepers (2019) o Spy City (2020). Esta originalidad es sin duda una de las virtudes que hacen de Soviet Jeans una serie atractiva y diferente, que si bien no termina de ahondar en grandes dilemas dramáticos, refleja con acierto toda una época y algunas de sus dinámicas más destacadas.
