Shōgun es una fiel adaptación de la novela que James Clavell escribió en 1975 sobre el Shōgunato Tokugawa, un gobierno militar dinástico que gobernó Japón desde 1603 hasta 1868. La comparación de la serie con Juego de Tronos es obvia, aunque sus creadores prefieren que se la relacione con otras, como Succession o House of Cards. En cualquier caso, se trata de una intriga de poder entre clanes que se despliega lentamente, y que podría dar lugar a nuevas temporadas tras el éxito de crítica y público; pero sus creadores han manifestado que no piensan continuar una historia que consideran perfectamente cerrada en la novela original que han adaptado.
Esta serie cuenta con un presupuesto muy generoso que se traduce en un desbordante diseño de producción. El reparto, casi todo japonés, también es destacable, con actores veteranos de repercusión internacional como Hiroyuki Sanada (Vengadores: Endgame, El último samurái) y Tadanobu Asano (Silencio, Thor). El guion combina la historia y la política, aderezadas con algo de sexo y de violencia: todos los elementos para producir un fenómeno épico de larga duración que irá atrapando poco a poco al espectador.
Justin Marks (creador de la prestigiosa serie Counterpart) y la debutante Rachel Kondo han hecho un notable esfuerzo para mantener la verosimilitud histórica y mostrar las tradiciones y parámetros vitales del Japón de la época. Sin embargo, no dejan de incluirse concesiones ideológicas para el espectador moderno, que –sumadas a una intencionada lentitud e indecisión de bastantes personajes para definir sus ambiciones y su posicionamiento– hacen que la serie resulte admirable en su visionado pero también algo tediosa en su desarrollo dramático. Por otro lado, la historia de amor entre Toda Mariko y el navegante inglés Blackthorne arranca con rapidez y poca sutileza, desaprovechando las enormes posibilidades dramáticas de esa relación entre culturas y modos de ser tan diferentes, que además es uno de los motores narrativos de la novela original.
