El Road House es un bar de playa habitualmente atacado por moteros que ejercen de mafia local. Hasta que llega Jake Gyllenhaal…
Doug Liman ha dirigido muchos thrillers en sus 30 años de profesión, la mayor parte insustanciales, pero algunos muy sugerentes, como El caso Bourne o Caza al espía. Road House es un remake de la película homónima de 1989 que mezclaba en el reparto una combinación imposible de Patrick Swayze, Sam Elliott y Ben Gazzara. Aquí solo está Jake Gyllenhaal, pero es más que suficiente. Él aporta físico y dramatismo en un protagonista con más emoción y vulnerabilidad que su precedente, en una historia con más humor, ritmo y bastante menos sensualidad ochentera.
La película ganaría con un metraje más ajustado si se evitasen algunas escenas de relleno (especialmente esa convencional y exhibicionista presentación del villano), y varios momentos de reiterado mamporreo, pero hay que reconocer que es un entretenimiento bastante eficaz, más adulto que juvenil, y mejor iniciado que finalizado.