Un joven activista palestino graba, a lo largo de cinco años, la progresiva destrucción de su pequeña localidad de origen, Masafer Yatta, en la frontera sur de Cisjordania. Durante ese tiempo, tanto los colonos como las fuerzas del ejército israelí tratan de desalojar la zona y proceder a la demolición de los hogares palestinos, con el fin de convertir el terreno en un campo de entrenamiento militar, pero sobre todo para controlar esos estratégicos puestos fronterizos. Su cámara capta imágenes impactantes, que nos acercan a la crudeza de un conflicto que se mantiene en el tiempo y al sufrimiento de familias enteras.
Son cuatro los jóvenes cineastas que se encuentran tras este documental, que ha alcanzado cierta notoriedad tras su paso por el Festival Internacional de Cine de Berlín y que se postula para los premios Oscar. En pleno conflicto, se ha destacado el trabajo coordinado de estos cineastas y periodistas, de origen palestino e israelí, que tratan de mostrar el enfrentamiento entre los dos pueblos a través de su testimonio en primera persona. Sin embargo, esa compenetración entre los creadores no se refleja en el producto final, inevitablemente posicionado y en el que se echa en falta una mirada menos dirigida.
El documental, de ritmo lento, está compuesto por grabaciones sencillas, de carácter muy periodístico, que capturan lo cotidiano a través de teléfonos móviles y cámara en mano, con el fin de introducir al espectador en los momentos más álgidos de las demoliciones y de la ocupación. Asistimos al día a día de una región marcada por la precariedad, con un relato que refleja el carácter activista de sus directores, y que busca denunciar la injusticia contra los palestinos a través de lo dramático y emotivo, al tiempo que se retrata a Israel, a través de su ejército y de sus colonos, como un Estado inhumano, violento y expansionista. La presencia de algunos israelíes en el equipo de rodaje no suaviza esta mirada, ni aporta una comprensión más global del conflicto, lo que termina por simplificar bastante el tono del documental, y lo reduce a un testimonio íntimo y unilateral sobre uno de los muchos sucesos que se están desarrollando en la actual guerra en Oriente Próximo.
