Grace Prudel es una niña con muchas dificultades para hacer amigos y tener algún tipo de relación con los demás. Sin embargo, su afición a las figuras decorativas y las novelas románticas le permite imaginar un mundo diseñado para ella.
Tanto por el argumento como por el uso de colores apagados en la fotografía, esta stop motion tiene la apariencia de las películas de seres inadaptados y entrañables de Tim Burton (La novia cadáver, Frankenweenie). Sin embargo, a pesar de estas similitudes, el universo de Adam Elliot tiene constantes muy diferentes.
El director de Mary y Max (2009) tiene una concepción de la animación para adultos en la que destacan la zafiedad y el cinismo con el que el mundo maltrata a sus peculiares y solitarios protagonistas. El minimalismo y perfección de cada plano es innegable, al igual que algunos giros ingeniosos de la trama, pero la redundancia en el humor negro y fatalista convierte esta historia en una acumulación de gags que termina por saturar.