La virgen roja
9/10Valoración

La virgen roja

PRODUCCIÓN España, 2024

DURACIÓN 114 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

PÚBLICOAdultos

contenidos

Ritmo : ⚪⚪⚫
Sexo: ⚪⚫⚫
Violencia: ⚪⚪⚫

ESTRENO27/09/2024

La filmografía de Paula Ortiz confirma, entre otras cosas, que, además de una buena directora, es una cineasta culta. Ha adaptado a Lorca en La novia, a Hemingway en Al otro lado del rio y entre los árboles y a Mayorga y santa Teresa en Teresa. Ahora, Ortiz bucea en un personaje histórico –la joven intelectual Hildegart Rodríguez– en la que, probablemente, sea su mejor película hasta la fecha.

En el año 1933, en plena segunda república española, Hildegart murió asesinada por su madre, Aurora Rodríguez. Hildegart tenía dieciocho años pero ya era una intelectual afamada que había escrito y publicado varios ensayos sobre el feminismo y la revolución sexual. Aurora, defensora de la eugenesia, había concebido a su hija para que esta encarnara su ideal de mujer libre y sus valores de izquierdas. “Freud en el sexo, Marx en la cabeza y Nietszche en el corazón” es la única oración que Aurora le permite “rezar” a Hildegart, y su hija comulga con el credo aprendido. Hasta que, un día, la joven se enamora, una realidad que su madre no tolera.

Hay que reconocer que el suceso que recrea Ortiz tiene todos los elementos de una tragedia griega. Hay amor, hay celos, hay sangre, hay miedo y hay locura. Pero, como ya hacía en Teresa, Paula Ortiz es capaz de adentrarse en un drama pretérito para dialogar con él desde el presente. Y, en ese sentido, La virgen roja es una inteligente y cruda radiografía de lo peligrosas que pueden ser las ideologías cuando se desencarnan. Cuando se olvida que, por encima de las ideas, está la realidad y están las personas. “En nombre de las ideas se pueden cometer grandes barbaries”, ha repetido la cineasta en numerosas entrevistas a raíz del estreno de la película en el Festival de San Sebastián, y ha señalado también las contradicciones que explora la película en relación a la libertad: por un lado, la madre defiende la libertad como máximo ideal y, por otro, canibaliza a la hija, la trata como una posesión y, en el primer momento que Hildegart hace un ejercicio de libertad, la mata. Es la intolerancia radical mientras se defiende el respeto y la tolerancia. Algo desgraciadamente actual.

La potencia dramática y discursiva de la historia se envuelve en un lenguaje cinematográfico sobresaliente. Visualmente la película es bellísima, con un tratamiento de la luz, de la planificación y del color muy expresivo. Al igual que la música: una apuesta ecléctica y muy arriesgada pero perfectamente engranada en la narrativa. En cuanto a las interpretaciones, y como ocurría en Teresa, Ortiz acierta en el casting y en la dirección de actores. Al igual que resultaba difícil pensar en una Teresa que no fuera interpretada por Blanca Portillo, a partir de ahora será casi imposible dar vida a una Aurora con un rostro diferente al de Najwa Nimri. Es magistral lo que hace Nimri con su oscuro y complejo personaje.

En definitiva, a partir –y a pesar– de una oscurísima historia, Paula Ortiz ha sido capaz de crear una película para contemplar, pensar y dialogar.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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