En la NASA hay un dato aterrador que saben todos los que se suben a una nave espacial: uno de cada cien no regresa con vida. El accidente del Columbia en los cielos de Texas el 1 de febrero de 2003 es, junto la desgracia del Challenger el 28 de enero de 1986, el principal desastre que ha sufrido la NASA en el último medio siglo.
Esta docuserie combina el testimonio de los científicos responsables de la seguridad del Columbia con el de los familiares de los siete astronautas que perdieron la vida en el accidente. Entre los directores de la serie destaca Lizzie Kempton, especialista en true crime y documentales de denuncia como Deporte y juego sucio (2021), que actualmente puede verse en Netflix. La dosificación de la abundante información es muy acertada para que el espectador entienda las explicaciones más científicas sin dejar de conectar con el drama humano, ni tampoco dejarse llevar por el tono excesivamente beligerante de la mayoría de documentales sobre accidentes y tragedias.
Sorprende el ritmo de thriller de la docuserie y el retrato de personajes, a los que no divide en culpables e inocentes, sino que muestra la conciencia moral de cada uno, con una sensibilidad que supera el amarillismo con matices y con un sentido de redención muy luminoso y necesario. Por otra parte, la exhaustiva documentación sobre el Columbia y el accidente permite ver algunas escenas inéditas de un valor incuestionable, muchas de ellas insertadas en el vibrante capítulo final de la serie.
