Cuando se estrenó La vida de los otros, muchos críticos afirmamos que era la mejor película de una década. El caso de esta obra de Fincher (Seven, El club de la lucha, El curioso caso de Benjamin Button) es semejante, al menos en lo que a cine norteamericano se refiere: es una obra maestra rotunda, tanto por la habilísima dirección de Fincher, como por el asombroso guión del creador de El ala oeste de la Casa Blanca, las interpretaciones de actores muy jóvenes y los demás aspectos de su factura.
Basada en The Accidental Billionaires, un libro de Ben Mezrich, la historia es la de la creación en 2004 de Facebook, la red social que cuenta con 500 millones de usuarios en Internet. Su fundador, Mark Zuckerberg, tiene en la actualidad 26 años, y hace siete, cuando estudiaba en Harvard, una noche con sus compañeros de habitación, programadores expertísimos e intuitivos igual que él comienzan a desarrollar una nueva idea.
Aaron Sorkin debutó como guionista de cine con Algunos hombres buenos. Su creación televisiva El ala oeste de la Casa Blanca es la serie más premiada de la historia, y en mi opinión Aaron Sorkin es el mejor escritor vivo de diálogos para ficción audiovisual. La red social empieza con una conversación en un bar que solo puede estar escrita por un superdotado. Y sigue con un relato cautivador, divertido, dramático, espeluznante, conmovedor…
Fincher se ha puesto al servicio de una historia apasionante, nada complaciente, que pone al descubierto las grandezas y las miserias de una persona muy inteligente que ha revolucionado las comunicaciones interpersonales de una buena porción de la humanidad. De paso que ha ganado una extraordinaria fortuna, ha propiciado unos patrones de comportamiento que están teniendo gran impacto, para bien y para mal, especialmente cuando son menores de edad los que usan estas redes.
El retrato firmado por Fincher y Sorkin sobre uno de esos genios salidos de un campus de la Ivy League es enormemente sugerente. Han contado algo muy difícil de contar, y lo han hecho tan bien, que parece fácil. Si los Oscar mantienen la cabeza en su sitio, deberían caerle una docena a esta película magistralmente interpretada, con un soberbio Jesse Eisenberg y un sobresaliente trabajo de Andrew Garfield, que ya nos cautivó en Leones por corderos.