El tema de niños con facultades o poderes especiales que tienen como misión salvar el mundo no es especialmente novedoso en la literatura y en el cine infantil. Sin embargo, La misteriosa Sociedad Benedict, basada en la tetralogía homónima (2007-2019) de Trenton Lee Stewart, destaca por su originalidad.
Ya los títulos iniciales, en dibujos animados con un tono vintage, introducen al espectador en un mundo difusamente pretérito. Desde el primer capítulo, la serie destaca por sus vivísimos colores y la agilidad de su banda sonora, por el alto ritmo de la acción, bien medidos golpes de humor y virajes inesperados, pero sobre todo por personajes delineados con trazos finos.
Los cuatro protagonistas infantiles poseen caracteres diferenciados, que esquivan los clichés. Aquí se aprecia el interés de Stewart –y también de los creadores de la serie– de mostrar a niños en su desarrollo individual. Entre los protagonistas infantiles destaca en cierto modo Reynard (Reynie) Muldoon, cuya historia se narra con especial detalle; la cámara suele seguirle a él. Pero también las figuras adultas se caracterizan por su originalidad excéntrica, a la que contribuye la cuidada estética con un vistoso vestuario y vehículos que en cierto modo recuerdan a los años sesenta, un aspecto que viene subrayado por las imágenes de televisión en blanco y negro. En cualquier caso, la serie alude también a cuestiones actuales como el desempleo y el poder de los medios.
A pesar de que prácticamente cada capítulo cuenta con un director distinto y en la escritura han participado hasta siete autores, La misteriosa Sociedad Benedict produce la impresión de ser una única pieza, en su mezcla de trama de espionaje y misterio. Todo parece indicar que la serie tendrá, al menos, una segunda temporada.
