El mal existe. Es la primera evidencia de un film donde protagonista y antagonista comparten una carencia total de escrúpulos y de cualquier tipo de conciencia moral. Marla Grayson (Rosamund Pike) se dedica a estafar y robar a ancianas solitarias, a las que encierra en una residencia mientras las despluma de todos sus bienes y propiedades. Ayudada de su novia, logra encerrar a una mujer millonaria…, pero que esconde un peligroso secreto.
Estamos ante un thriller en el que no hay espacio para el bien. Cine negro, negrísimo. Bien narrado e interpretado, lo lastran las inverosimilitudes de su tramo central. Pero lo más llamativo es su feminismo radical, agresivo y casi caricaturesco. Marla es puro empoderamiento, ejecutiva agresiva, desprecia a los hombres y no sabe lo que es perder. Su antagonista es un varón, enano y contrahecho (Peter Dinklage), pero igual de amoral que ella. La guerra de sexos atraviesa una película en la que nadie te cae bien.