Gary Johnson es profesor universitario de Psicología por las mañanas, y por las tardes trabaja como asesino a sueldo… Aparentemente…, porque, en realidad, Johnson es un infiltrado de la policía.
El origen de esta película es un reportaje sobre el verdadero Gary Johnson que el periodista Skip Hollandsworth publicó en la revista Texas Monthly. Se da la circunstancia de que Richard Linklater (Antes del amanecer, Boyhoood) ya había adaptado otro reportaje de Hollandsworth en Bernie.
La historia de Johnson es apasionante y Linklater, en el primer tramo de la película, toma mucho material prestado para componer un personaje rico en contrastes, que aprovecha sus conocimientos académicos para acercarse a sus clientes… y meterlos en la cárcel.
Después, empieza la ficción. Linklater añade una historia que no está en el relato para convertir la peli de espías en una –son sus propias palabras– comedia sexi. De alto voltaje, habría que añadir.
Inventa también una trama que cambia el tono del relato para hacerlo mucho más amoral. Todo en clave jocosa, porque la peli no deja de ser un divertimento. Un divertimento bien escrito e interpretado que empieza siendo para un público general –un Ocean’s Eleven de la vida–, pero que termina siéndolo para un público adulto.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta