En una tarde muy lluviosa, dos jóvenes misioneras mormonas se encuentran con la casa del acogedor Sr. Reed, que parece interesado en conocer sus creencias religiosas. Hugh Grant ha recibido la nominación al Globo de Oro al mejor actor principal por esta película, curiosamente en el apartado de comedia o musical. Su personaje es el constructor de todo un universo de puertas, pasadizos y sustos que buena parte de la crítica ha considerado un análisis psicológico muy incisivo sobre los peligros de la religión y el control que exige a sus seguidores.
Los directores y guionistas de la película ya habían demostrado sus carencias en títulos como 65 o La casa del terror. En esta ocasión, la atmósfera inicial y la interpretación de Hugh Grant hacen que la película despierte la curiosidad del espectador. Estas expectativas se rompen con cada nueva puerta que se abre y comienza a subrayarse un discurso efectista y epidérmico, disfrazado de giros truculentos que ahogan las posibilidades dramáticas y la verosimilitud de la trama. Ni la omnipresente banda sonora ni la inquietud por descubrir el final de ese túnel son suficientes para entrar en este juego tan artificioso como redundante.