Fernando Sureda había llevado una vida demasiado variada e intensa como para imaginarse que sus últimos meses los iba a pasar en la cama. Actor y director de teatro, empresario, promotor de iniciativas sociales, gerente de la Asociación de Futbolistas de Uruguay… En 2019, a sus 52 años, es diagnosticado de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). En ese momento se convierte en un paciente cuidado por sus inseparables mujeres: su esposa y dos hijas, y en un hombre dispuesto a luchar por la legalización de la eutanasia en su país, algo que a su familia no le convence, pero que respeta.
El médico oncólogo español Enric Benito, especialista en cuidados paliativos, recibe la noticia de la evolución de Fernando desde Baleares, y un amigo común le pide que hable con él. Este documental cuenta esa breve amistad a distancia con una edición muy sencilla y una grabación online que resulta suficiente para transmitir una empatía maravillosa. Ambos son testarudos y tienen un sentido del humor complementario, además de una familia que les sigue queriendo a pesar de sus habituales cambios de ánimo. De hecho, la esposa de Fernando se convierte en una divertida cómplice de los dos, en algunas apariciones muy espontáneas en el documental.
El diálogo entre estos dos amigos es filosófico y terráqueo como pocos. Hay ironía, argumentaciones científicas, explosiones más o menos contenidas de dolor, humor y afecto… En definitiva, hay mucha verdad y una apelación al espectador tan respetuosa como emotiva. Una respuesta humilde, esperanzada y serena a un debate muchas veces superficial y polarizado.
Con motivo del estreno de este documental en el último Festival de Málaga, el doctor Enric Benito afirmó en una entrevista en La Vanguardia que es cierto que hay que entrar a analizar la eutanasia, pero en países como España “no es que se haya empezado la casa por el tejado, sino por la antena de la televisión”. Recuerda que en 2022 pidieron la muerte asistida nueve personas en Baleares y la obtuvieron seis, “pero 2.500 personas murieron sin cuidados paliativos dignos, y por ahí, posiblemente, es por donde tendríamos que empezar”.
