Pino Gambassi, hijo de una familia de alto abolengo, tiene 11 años y –enfermo hemofílico– vive prácticamente encerrado en su casa señorial, sin colegio, ni amigos. Su familia teme que pueda sucederle algo en el exterior. Con todo, los sueños de Pino están en salir a jugar con la pandilla que ve desde su ventana e, incluso, dibuja sus aventuras en un cómic, imaginándose un personaje más. El día que Mavi, la líder del grupo, le invita a unirse a ellos, empieza para él una aventura de consecuencias impredecibles.
Glassboy, estrenada en Italia en 2020, llega ahora a España de la mano de European Dreams Factory. A medio camino entre Los Goonies y Vivir para siempre, se trata de una película familiar que habla del poder de la amistad y de las ganas de aventura y las primeras decisiones por cuenta propia de la adolescencia. Y también del bullying y de la libertad, y la responsabilidad y la sobreprotección de los hijos.
Con toda esta temática entre manos, Samuele Rossi, director y también guionista –junto a Rolando Colla y Josella Porto–, escribe una historia realista, que no obvia la gravedad de la enfermedad, pero que resulta simpática, gracias a la naturalidad de los actores que dan vida al grupo de amigos de Pino, al buen humor, y a algo de intriga, al estilo de las mejores novelas de Enid Blyton.
En este sentido, tienen mucha gracia cada uno de los personajes y, aunque estereotipados y poco profundos, se hacen querer, pese a un doblaje artificioso que oculta el carisma de algunos chicos. En el reparto, destaca el joven Andrea Arru, que interpreta al protagonista.
Alguno podrá decir que se trata de una historia buenista. Pero no hay que olvidar que, en todo momento, los realizadores de Glassboy saben que su público es el infantil, y a él quieren llegar. Y que, de paso, también los mayores la podrán disfrutar…; y, ¿por qué no?, salir del cine sonriendo.
Jaume Figa Vaello
@jaumefv