El guionista de Los ojos de Julia, Oriol Paulo, debuta como director con El cuerpo, un thriller bastante psicológico ambientado en un instituto anatómico forense, del que ha desaparecido un cadáver. El arranque es original, el desarrollo más convencional y algo reiterativo, y el desenlace brillante. Pero el conjunto es muy correcto: es una cinta bien contada, bien rodada, y aunque abundan los tópicos del género –incluidas las tipologías de los secundarios–, el resultado general es loable. Más aún si tenemos en cuenta que podía haber caído en la tentación de lo desagradable, de la violencia, del sexo explícito, de la exageración; pero no carga la mano, y pasa por los elementos sórdidos de la historia con elegancia y cierto clasicismo.
La cinta gira en torno a un tema clásico del noir, como es la venganza y el sentimiento de culpa. Y lo hace en un marco ideal: una omnipresente localización –la morgue– que refuerza la claustrofobia moral de los personajes, solo aireada por unos cuantos flashbacks que permiten a Belén Rueda desarrollar su interesante personaje.
Se nota que, antes que en la película, Oriol Paulo ha centrado toda su energía en el guion: una historia tan trucada –tramposa en el sentido narrativo de la palabra– podía haber hecho agua en muchos momentos, y llega a puerto con notable entereza.