Historia auténtica, basada en las memorias de su protagonista, Jeannette Walls. Cuenta en dos tiempos las andanzas de una familia disfuncional. La despreocupación de la madre pintora y la utopía del alcohólico padre que les promete construir un “castillo de cristal”, obligan a Jeannette a madurar antes de tiempo.

Destin Daniel Cretton debutó con brillantez en Las vidas de Grace, donde dirigió a la entonces desconocida Brie Larson, con la que repite. Firma el guion al lado de Andrew Lanham, con quien también ha trabajado hace poco en La cabaña. E indaga en la utopía y el realismo, apostando por el equilibrio de ambos: si uno carece de metas altas, puede vivir una vida insulsa; pero también, si no se tienen los pies en el suelo, asoma un fracaso al que se puede arrastrar a los seres queridos.

Dentro del cuidado cuadro familiar, se pone el foco en la relación entre padre –magnífico Woody Harrelson con su volcánico carácter inconformista– e hija –interpretada con talento a distintas edades por Chandler Head, Ella Anderson y Larson–. En algunos pasajes oscuros –la relación de Rex con su madre, influencia perniciosa que le ha marcado–, se sabe apostar por la delicadeza, sin ocultar que nadie es perfecto, y que a veces las perversiones anidan en lo que debería ser el lugar más acogedor: el propio hogar.

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