En la China del antiguo imperio de la dinastía Han, Ping es una joven criada a las órdenes del malvado Lan, que le obliga alimentar a dos dragones. Accidentalmente, cae en el foso donde están encerrados estos animales, que en lugar de atacarla, le revelan que es la elegida para proteger el legado y la permanencia de los dragones.
Después de despuntar con Buñuel en el laberinto de las tortugas, Salvador Simó se lanza a dirigir esta otra película animada, muy diferente de la anterior. Dragonkeeper busca agradar, sobre todo, a los más pequeños de la casa, adaptando el inicio de la saga literaria de Carole Wilkinson. Ha sido coproducida con China, cosa que le ha permitido contar con un presupuesto bastante abultado, 24 millones de euros. Y eso –aunque sin llegar al nivel de Pixar– se nota en la calidad de la animación.
Dragonkeeper: Guardiana de dragones cuenta con un guion bastante sólido, a pesar de algunos flecos. La magia y los aspectos mitológicos de la historia recuerdan mucho a Raya y el último dragón. Es simpática, divertida y con buen ritmo. El mayor “pero” se lo lleva la banda sonora, algo repetitiva y poco acompasada con las escenas más épicas del filme.