Un joven cristiano decide acudir a los tribunales para evitar que su novia aborte. Él se basa en su derecho como padre a defender la vida de su hijo. Su novia argumenta desde el supuesto derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Película judicial que, en la línea de Unplanned, vuelve a poner sobre la mesa la cuestión del aborto. Los planteamientos jurídicos del abogado del protagonista son brillantes, y se apoyan en el propio texto de la Constitución americana, pero se enfrentan a una mentalidad común que se niega a aceptarlos por puro prejuicio ideológico.
Lo menos convincente del film es que los personajes proabortistas –la madre de la novia y su abogado– son demasiado “antipáticos”, y la resolución del film tiene un cierto punto de ambigüedad. Porque lo decisivo no es que una mujer decida tener a su hijo, sino que comprenda que no tiene derecho a decidir lo contrario. Con todo, es una película oportuna que será rechazada frontalmente por gran parte de la sociedad.