Casi acierta hasta en el día. José Antonio Pérez Ledo, creador del pódcast El Gran Apagón, fechaba el crack tecnológico un 11 de abril, aunque se adelantó al año: 2018. El éxito de esta historia, que en cierta manera recuperaba el estilo de la mítica retransmisión de La guerra de los mundos de Orson Welles, que aterrorizó a Estados Unidos en 1938, llevó a cinco directores a realizar una serie presentada en el Festival de San Sebastián de 2022. Lógicamente, Movistar ha aprovechado el shock actual para recuperar esta serie de capítulos tan independientes como desiguales en calidad e intensidad.
El primer episodio (Negación) dirigido por Rodrigo Sorogoyen (As bestas, Antidisturbios) y escrito por su coguionista habitual, Isabel Peña, es el más conectado con lo que ha sucedido en las últimas horas, y el más logrado en el análisis psicológico de las personas que tienen que tomar las grandes decisiones extremas. El capítulo es sensacional en la captación de la atmósfera a partir de localizaciones cerradas muy hábilmente seleccionadas (una pequeña sala de reuniones, la habitación de un hospital, el interior de un coche en medio de un atasco), y en el minimalismo de las interpretaciones y la música también minimalista de Olivier Arson.
Alberto Rodríguez (Grupo 7, La isla mínima) es el realizador de Supervivencia, un capítulo crepuscular diferente, pero que tiene un guion muy preciso en su desarrollo dramático del personaje de un cabrero, magníficamente interpretado por Jesús Carroza (Celda 211, El Niño). El resto de los episodios son más experimentales y tediosos, a pesar de estar dirigidos por cineastas de prestigio como Isaki Lacuesta, Isa Campo y Raúl Arévalo.
