David y Benji, primos inseparables en su niñez pero distanciados por sus personalidades opuestas, se reencuentran tras el fallecimiento de su abuela, una superviviente del Holocausto. Su última voluntad: legarles dinero para un viaje a Polonia, donde podrán explorar sus raíces familiares visitando el campo de concentración de Majdanek y la vieja casa familiar.
Lo que podría ser un viaje reconciliador acentúa las tensiones entre ellos. David, introspectivo y reservado, contrasta con el impetuoso Benji, quien manifiesta abiertamente su indignación a todas horas. El comportamiento desafiante de este genera fricciones que reflejan sus distintas maneras de enfrentar el dolor. Estos contrastes se convierten en el núcleo emocional de A Real Pain.
El guion de Jesse Eisenberg, quien también dirige la película, construye personajes matizados y creíbles, incluyendo a los integrantes del grupo turístico al que se unen los primos. Cada uno de ellos aporta, evitando clichés, su propia perspectiva sobre el legado del Holocausto.
La interpretación de Kieran Culkin como Benji destaca por su intensidad, lo que le convierte en un personaje tan entrañable como exasperante. El propio Eisenberg, en el papel de David, ofrece un contrapunto con su contenida pero extraordinaria actuación. La dinámica entre ambos sostiene una narrativa que aborda temas profundos con una sorprendente amenidad. La música de piano, con ecos de Chopin, complementa la atmósfera de melancolía y esperanza.
A Real Pain trasciende el drama familiar para cuestionar el “turismo del Holocausto” y plantear interrogantes sobre cómo enfrentar un sufrimiento heredado. Sin pretender dar respuestas definitivas, muestra distintas formas de abordar el dolor intergeneracional, desde la rebeldía hasta el silencio, revelando que el verdadero desafío reside en la batalla íntima de cada persona.