Pakistán: Supresión del ministerio para las minorías religiosas

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Se han cumplido los temores de los casi veinte millones de cristianos en Pakistán sobre la evolución del ministerio federal para las minorías, hasta su desaparición el pasado 29 de junio. Alguien ha dicho que ha sido como un segundo asesinato del que fuera último ministro de ese ramo, el católico Shabhaz Bhatti, abatido a tiros el 2 de marzo.

La lenta investigación sobre ese atentado lo atribuye ahora a la «Brigada 313», organización militar de Al Qaeda en Pakistán. Según algunos, tiene infiltrados en el ejército y en los servicios de inteligencia paquistaníes.

Tras la muerte de Bin Laden, se esperan más atentados. Por eso, los cristianos temen que sea muy negativa la decisión sobre el Ministerio, que había cambiado su nombre por el de Ministerio para la Armonía y las Minorías. Hace apenas un mes, en el proyecto de ley presupuestaria no se le mencionó ya. De nada ha servido nombrar a Paul Bhatti, hermano del ministro asesinado, “Consejero Especial” del Primer Ministro para los Asuntos de las Minorías, y a otro católico, Akram Gill, una especie de secretario de Estado. La comunidad cristiana sospechaba que, trascurrido el tiempo, el Primer Ministro Raza Gilani acabaría suprimiendo el ministerio, como había anunciado en un primer momento.

Así acaba de suceder, dentro de un plan general de descentralización aprobado por el Parlamento. El Gobierno suprime siete departamentos, y transfiere sus competencias a las regiones, en materia de minorías religiosas; alimentación y agricultura; salud; medio ambiente; trabajo; desarrollo de la mujer y deporte. El Primer Ministro Gilani, sin embargo, ha asegurado que se creará un nuevo Ministro Federal para la Armonía interreligiosa y para los derechos humanos, que debería absorber parte de las funciones que se refieren a las minorías religiosas, tutelando su bienestar. El secretario de estado Ackram Gill espera que “el nuevo ministerio pueda trabajar y defender los derechos de las minorías, al igual que el departamento anterior”.

Jornadas de oración

En medio de esas graves dificultades, que apenas llegan a Occidente, los creyentes paquistaníes destacan por su actitud de fondo sobrenatural, plena de espíritu de perdón. Así, el 19 de junio, se celebró una “Jornada de oración por Pakistán”, con objetivos precisos: orar por la paz, construir una sociedad armoniosa, hacer hincapié en que los cristianos son a todos los efectos “ciudadanos paquistaníes”.

La iniciativa de la Fundación Masihi –que se ocupa de la defensa de los cristianos– contaba con la adhesión de las diversas confesiones cristianas y también de otras comunidades religiosas: los sikhs y algunos líderes musulmanes moderados, como el intelectual Mehfooz Ahmed Khan, quien comentó a la agencia Fides que “Pakistán necesita de estas iniciativas para promover la armonía en la sociedad. Los cristianos han desempeñado un papel vital desde la creación de Pakistán; deploramos la violencia que sufren en Punjab”.

No cesan los actos de violencia

Entretanto, la cristiana Asia Bibi sigue en la cárcel, condenada a muerte por blasfemia, sin que las autoridades judiciales y políticas hayan atendido las constantes peticiones de libertad. Además, se han sucedido casos de violencia injusta, como el de Farah Hatim, una enfermera cristiana de 24 años secuestrada y obligada a convertirse al Islam y a contraer matrimonio en el sur del Punjab.

Ciertamente, la situación de Pakistán es muy compleja, con demasiados problemas de corrupción, y una creciente influencia del extremismo islamista. Esa fuerza fundamentalista impide cualquier reforma de la llamada “ley sobre la blasfemia” (artículos 295b y 295c del Código Penal), que es fuente de discriminaciones injustas, como reconocen también los musulmanes normales. Es una excusa habitual para atacar a personas inocentes y una amenaza permanente para las familias cristianas y otras minorías religiosas.

Aparte de las acciones de la sociedad civil en Pakistán, importa mucho que haya una mayor presión de la comunidad internacional, a pesar del momento delicado que atraviesan las relaciones de Islamabad con Washington. En Europa, Italia lleva la iniciativa, para llamar la atención del Parlamento Europeo y la ONU.

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