Laicidad

Ya es casi una tradición navideña la polémica sobre si los símbolos religiosos, como los belenes, tienen cabida en el espacio público.
El gobierno promueve una fundación pública con el fin de intentar construir el “islam de Francia” desde una perspectiva laica y sin financiación extranjera.
La prohibición se considera un atentado a libertades fundamentales.
Multar a las musulmanas con burkini no parece el mejor modo de respetar su libertad ni de integrarlas.
Varios países han puesto en marcha programas para evitar la radicalización, pero las diferencias dentro del islam y un laicismo hipersensible ponen trabas a estos esfuerzos.
Algunas cabalgatas de Reyes se han convertido en carnavales. Pero, en vez de lo transgresor, se exalta lo políticamente correcto. El resultado es desconcertante.
Desde el presidente del gobierno al de la república se desmarcan de los directores de escuela que marginan la Navidad.
Excluir la enseñanza de la religión en la escuela supone ignorar la demanda del 63% de los alumnos.
Pensadores como Peter Berger o Jürgen Habermas defienden la función positiva que las creencias están llamadas a desempeñar en la sociedad de hoy.
¿A más modernidad, menos religiosidad? No lo cree así el filósofo canadiense Charles Taylor, aunque su idea de la religión en la era secular es la de una fe sin certeza.
De repente la falda larga se ha transformado en signo religioso ostensible, prohibido en la escuela francesa.
En una sociedad religiosamente diversa, el Estado puede cumplir muy bien con la exigencia de neutralidad a través de la cooperación con las confesiones.
En Gran Bretaña se ha emprendido una inspección de colegios contra la infiltración de islamistas radicales. Algunos critican la campaña por promover una visión falsa de la religión.
Un análisis de distintos autores sobre la acción de los ciudadanos cristianos en el espacio público.
En su nuevo libro, Terry Eagleton expone el fracaso de las ideologías que buscaban desterrar la religión.
El cristianismo nunca ha impuesto al Estado un ordenamiento jurídico derivado de una revelación.
En Estados Unidos el progresismo secularizado extiende su modo peculiar de concebir el bien con un puritanismo tan rigorista como el anterior de cuño religioso. Joseph Bottum lo diagnostica en su libro “An Anxious Age”.
El hecho de que Cameron se declare orgulloso de pertenecer a un “país cristiano” ha irritado a los ateos, no a los creyentes de otras religiones.
Según María Elósegui, el “acomodamiento razonable”, que permite adaptar la norma jurídica a la situación que regula, sería un buen instrumento para garantizar el derecho a la libertad religiosa y favorecer el pluralismo.

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