La familia, clave en la transmisión de la fe

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El descenso de la práctica religiosa entre los jóvenes no se debe solo a la influencia de un ambiente social relativista u hostil. Passing on Faith, un informe elaborado por Olwyn Mark para Theos, un think tank de inspiración anglicana, subraya la influencia del ambiente familiar y analiza las actitudes en el hogar y el matrimonio que fortalecen –o debilitan– la fe de los hijos.

El informe, que parte de la pérdida de fieles en la Iglesia anglicana, recopila y analiza los datos de 54 investigaciones relacionadas con la religión en la familia. De su lectura se desprende que cuando las creencias religiosas dejan de ser algo prioritario en el hogar, la fe se resiente socialmente.

Para Olwyn Mark, autor del informe y profesor visitante de la London School of Theology, resulta preocupante que en la actualidad los padres muestren más interés en desarrollar en sus hijos una conciencia crítica y otras actitudes que en transmitirles la fe. Según una encuesta citada por el autor, solo el 31% de los británicos desea que sus hijos continúen con sus tradiciones religiosas.

Menos formación

Pero sería engañoso concluir que los padres han perdido su capacidad de inculcar la religión en sus hijos. A pesar de que entre jóvenes y adolescentes las instituciones religiosas han perdido atractivo, la mayoría sigue identificándose, aunque de una manera superficial y sin relevancia práctica, con la fe aprendida en la familia.

Las relaciones entre padres e hijos, la coherencia entre convicciones y conducta, y la estabilidad familiar son los factores que más influyen en la transmisión de la fe

Por otro lado, la pérdida de importancia de la dimensión comunitaria de la religión ha agudizado la tendencia individualista y también ha provocado un aumento de quienes se declaran “espirituales pero no religiosos” o confiesan “creer sin pertenecer” a ninguna confesión (ver Aceprensa, 28-07-2010). Todos estos factores han empeorado la formación religiosa de la juventud, que tiene puntos de vista erróneos o contradictorios sobre la fe que declaran profesar (ver artículo relacionado).

Así pues, se ha producido un importante cambio generacional en el modo de entender la religión y de captar su importancia para la vida del individuo. A este respecto resultan muy sintomáticos algunos de los datos recogidos por una encuesta realizada por YouGov para la Bible Society en 2014: mientras en ese momento el 30% de los padres cristianos confesaba no haber dado a conocer la Biblia a sus hijos, el 86% reconocía haber aprendido algún pasaje o conocer la historia sagrada durante su infancia.

La importancia de hablar de la fe

A pesar de la influencia que tienen en la adolescencia y en la juventud los amigos y los medios de comunicación, los 54 estudios analizados en Passing on Faith revelan que para el despertar de la fe, lo determinante es la familia.

Las relaciones entre padres e hijos –también entre los propios progenitores–, la coherencia entre las convicciones que se declaran y las que se viven, y la estabilidad familiar son los factores más estrechamente correlacionados con la transmisión de la fe.

La cercanía y el cariño entre padres e hijos son claves para que los niños asimilen la fe y las prácticas religiosas vividas en casa. Como subrayó V. Bengston en su libro Families and Faith, las actitudes ambivalentes y una relación distante y fría con los padres provoca en los hijos un aumento de la indiferencia religiosa (ver Aceprensa, 11-10-2013).

El apoyo emocional adquiere mayor importancia en el caso de los adolescentes, que en muchos casos han de superar problemas de identidad en su proceso de maduración, y en los que las actitudes críticas o de rechazo a lo religioso son más frecuentes. Es decisivo que el adolescente se sienta comprendido y aceptado, y que los padres solventen sus dudas religiosas; de ello depende que en muchas ocasiones se siga creyendo en Dios más tarde, en la edad adulta.

Mark se refiere también a algunas investigaciones para resaltar los beneficios del diálogo entre padres e hijos y la influencia que tienen en su vida posterior las conversaciones sobre religión entre ellos. Unos padres accesibles y abiertos a sus inquietudes pueden ser trascendentales para superar las crisis religiosas de los jóvenes. Así lo destaca el estudio “Transmission and Transaction: Predicting Adolescent’s Internalization of Parental Religious Values” (Journal of Family Psichology, 2001): “En la medida –explicaba– en que las conversaciones sobre la fe son más frecuentes y bidireccionales, aumentan tanto la práctica religiosa de los adolescentes como la importancia que dan a la religión”.

Ni autoritarios ni permisivos

Los estudios sobre las implicaciones que tiene el estilo educativo de los padres en la religiosidad de los hijos, permiten afirmar que ni el autoritarismo ni el permisivismo transmiten eficazmente la fe.

Una educación inflexible y centrada en las prohibiciones puede causar en los hijos actitudes intolerantes e incluso rechazo a la religión. En los adolescentes, un excesivo control de los padres puede resultar perjudicial; es incompatible con esa sana confianza y aceptación de la identidad a la que antes se aludía.

Pero tampoco el permisivismo es adecuado, ya que desorienta al hijo y puede infundirle la creencia de que la fe es poco importante y no entraña exigencia práctica alguna.

Lo indicado es, pues, un estilo intermedio: exigente y comprensivo, responsable y afectuoso, capaz de transmitir al niño el significado de las creencias, sus obligaciones y la importancia de vivir con seriedad la fe. Es así como se desarrolla ese ambiente familiar sano y equilibrado que tiene un mayor impacto y decide la continuidad de la creencia religiosa entre diferentes generaciones.

Dar ejemplo

Pero si hay un elemento que en todos los estudios consultados aparece como determinante para la fe de los hijos, es la práctica religiosa, asidua y coherente con la religión que se profesa. Si en casa se percibe la religión como una cuestión importante, es más probable que los hijos mantengan la fe más tarde.

En un estudio sobre el contexto social en el que se desarrolla la religiosidad del adolescente, M. Regnerus y J.E. Uecker señalaron que la asistencia de los padres a los actos de culto era determinante para la actitud de los hijos hacia las creencias religiosas (“Finding Faith, Losing Faith: The Prevalence and Context of Religious Transformations during Adolescence”, Review of Religious Research, 2006).

“The Value of Walking the Walk: The Relation between Family Faith Activities and Emerging Adults” (Journal of Psychology and Christianity, 2013) muestra la correspondencia que existe entre las prácticas religiosas de la infancia y las desarrolladas de adultos. En otro estudio, C.D. Bader y S.A. Desmond concluyeron, a partir de casi tres mil entrevistas a católicos, judíos y protestantes de Estados Unidos, que los hijos de padres con una vida religiosa coherente con su fe mostraban más tarde una actitud más comprometida con la religión.

Cuando las creencias religiosas dejan de ser algo prioritario en el hogar, la fe se resiente socialmente

Además, la práctica religiosa tiene efectos beneficiosos en la vida familiar. Numerosos estudios muestran que en un hogar religioso hay menos conflictos. Las creencias de los padres son “un factor estabilizador, sobre todo si pertenecen a una tradición religiosa con una identidad fuerte y se encuentran emocionalmente cercanos al adolescente”, señala el informe.

Cuando los padres no van de acuerdo

Passing on Faith examina, por otro lado, la transmisión de la fe religiosa cuando los padres profesan credos distintos, una situación que en el contexto de las sociedades plurales de hoy está cobrando mayor importancia (ver Aceprensa, 4-12-2014).

Según una investigación realizada en la Universidad de Warwick sobre los matrimonios interreligiosos, la religión para la mayoría de ellos no constituye un asunto prioritario. Estos padres, con mayor frecuencia que los que comparten una misma fe, se esfuerzan por transmitir a sus hijos solo “valores universales”, para que estos, cuando alcancen el uso de razón, escojan una u otra religión.

Por otra parte, hay indicios de correlación entre matrimonios mixtos y desafección religiosa de los hijos. Y D. Voas e I. Storm aprecian diferencias significativas en la religiosidad de los hijos según fueran practicantes los dos progenitores o uno solo (“The Intergenerational Transmission of Churchgoing in England and Australia”, Review of Religious Research, 2012).

Estabilidad matrimonial y fe religiosa

La transmisión de la fe en el seno del hogar se lleva a cabo explícita e implícitamente. Son tan relevantes las enseñanzas que transmiten los padres como su ejemplo, pero también determinadas actitudes que, sin ser religiosas directamente, son inspiradas de alguna forma por la religión. La relación entre los cónyuges es una de ellas: un matrimonio fuerte, armónico y consolidado fortalece las creencias religiosas de sus hijos.

Mark remite a un estudio, publicado en 1996, que analizaba la influencia de la relación entre progenitores sobre las convicciones religiosas de los hijos. Los hijos criados en hogares monoparentales o recompuestos tienen menor probabilidad de continuar profesando y practicando la fe de sus progenitores. Según otra investigación, realizada en 2001 con datos de una encuesta nacional sobre familias norteamericanas, hay cierta relación entre el divorcio de los padres y el cambio de religión o el abandono de la práctica religiosa por parte de los hijos. Asimismo, es más frecuente entre padres divorciados que la formación religiosa pase a un segundo plano (“Parental Divorce and Switching of Religious Identity”, Journal for the Scientific Study of Religion, 2001; “Parental Divorce and Religious Involvement among Young Adults”, Sociology of Religion, 2007).

Lo que muestran todos estos estudios es que hay muchos factores familiares que influyen en la actitud religiosa de los hijos. El informe de Theos señala que las confesiones religiosas deben insistir en la vivencia familiar y la práctica de la fe en el hogar, pues es en la familia donde la creencia nace y se alimenta.

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