Hace tiempo que cayó en desuso la tesis de que el progreso estaba inextricablemente unido al abandono de la fe; en parte, porque se constató que esta reverdecía, bajo una u otra denominación, en diversas regiones del mundo.
Y es que, incluso quienes en su momento se mostraron partidarios inflexibles del laicismo o aseveraban que la madurez intelectual exigía desprenderse del mito de Dios, han terminado reconociendo –en algunos casos a regañadientes– que no hay modo de reemplazar los rendimientos morales de la religión.
Para Hans Joas (Múnich, 1948), uno de los pensadores alemanes más destacados de la actualidad, no existe, en efecto, nexo alguno entre la retirada de la religión en una sociedad y su ingreso en la modernidad, entre otras razo…
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