China recrudece la persecución religiosa

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Una iglesia destruida en Qianwang, agosto 2018 (Foto: AsiaNews)

 

Hace poco más de un año entraron en vigor en China restricciones a la libertad religiosa que dificultaban a los grupos confesionales el desempeño de sus actividades. Entre otras cosas, se limitaba la celebración de ceremonias y actos religiosos a los templos y lugares sagrados autorizados. El objetivo del gobierno era mantener bajo control la religión y evitar la difusión de mensajes que pudieran cuestionar el monopolio cultural y político del partido.

Desde la promulgación de las medidas, se ha intensificado la persecución religiosa, especialmente contra los cristianos, como refleja una corresponsal del diario The Guardian. Como ya es habitual, el hostigamiento fue mayor con motivo de la Navidad. Durante la última, la policía de algunas ciudades retiró los adornos navideños y se prohibió la venta en la provincia de Hebei. En Henán, las autoridades educativas de algunas zonas pidieron a los centros de enseñanza que no celebraran “festividades occidentales”, instándolas en su lugar a promover la cultura nacional.

A juzgar por los datos, las autoridades han aplicado con celo la nueva normativa. Según cálculos de ChinaAid, durante 2018 se eliminó el 90% de las cruces de las iglesias autorizadas de Henan. Pero el hostigamiento va dirigido principalmente a los grupos religiosos que viven en la clandestinidad, por la que muchos optan para evitar la fiscalización de las autoridades. En el último año han sido especialmente perseguidas las congregaciones protestantes, tal vez porque al régimen le preocupa su rápido crecimiento, sobre todo en las áreas urbanas.

ChinaAid estima que en 2018 se triplicó el número de personas perseguidas por su fe y aumentó en un tercio el de detenidos por motivos religiosos

Así, la policía ha cerrado numerosas comunidades domésticas y vigila si se organizan catequesis, grupos de oración o de lectura de la Biblia en los hogares. Esto ha agravado la situación vital de muchos creyentes, que incluso encuentran difícil alquilar una vivienda. También se están derribando iglesias no autorizadas. En septiembre de 2018 cerraron uno de los templos clandestinos más grandes de Pekín. En diciembre hicieron otro tanto con uno protestante en Chengdu, y detuvieron al pastor y a más de cien fieles, a quienes acusaron de promover “actividades subversivas”.

ChinaAid estima que el número de personas perseguidas por su fe se ha triplicado este último año y que el de detenidos por motivos religiosos se ha incrementado un 35% (ver informe anual de ChinaAid).

Persecución “online”

La política del Partido parece clara: no desea dejar resquicio alguno, ni siquiera digital, para la religión. Es consciente del potencial que puede tener el proselitismo online en un país que cuenta con el mayor número de internautas en el mundo. Por estas razones, en abril de 2018 se prohibió la venta por Internet de la Biblia, no así la de textos sagrados de otras religiones, y ahora únicamente está disponible en librerías religiosas.

Por otro lado, ha entrado en vigor una normativa que regula las actividades religiosas en Internet, según informa AsiaNews. En ella se exige que las organizaciones y personas que deseen transmitir en la red contenidos relacionados con alguna religión tengan sede en China o que sus representantes legales posean la nacionalidad. Además, se revisarán sus antecedentes, sobre todo su respeto a la política religiosa, antes de otorgar el permiso para abrir webs.

El gobierno también controlará la información que las páginas publiquen y velará para que sea coherente con la doctrina oficial del partido, tanto desde un punto de vista moral como político, prohibiendo expresamente la crítica a los líderes del Partido Comunista chino o el empleo de contenidos religiosos con fines políticos. Tampoco se podrá retransmitir en directo ninguna ceremonia religiosa. La censura, sin embargo, no será competencia del departamento de Asuntos Religiosos, sino del de Información.

Las nuevas medidas prohíben taxativamente la evangelización online, es decir, cualquier promoción de creencias, e incluso vender o difundir material religioso, que únicamente puede ser distribuido por los medios legalmente establecidos. En concreto, los grupos religiosos que se dediquen a labores educativas únicamente pueden publicar material didáctico y siempre en su intranet.

A estas disposiciones se suman las aprobadas en enero por la China Netcasting Services Association (que agrupa a los servicios audiovisuales en Internet) para regular el contenido de los videos subidos a la red. En el apartado dedicado a videos religiosos, se veta la posibilidad de subir aquellos que vulneren la política oficial sobre la religión, comparen las creencias religiosas o apoyen puntos de vista extremistas. Las páginas que alberguen esos videos pueden ser cerradas.

Además, en su campaña por promover un cristianismo chino, el gobierno se está planteando la posibilidad de hacer una traducción oficial de la Biblia, con el fin declarado de adaptarla la cultura nacional, y presumiblemente a los intereses del Partido.

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