The Line: una ciudad de película

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The Line: una ciudad de película

La futura ciudad de 170 km de largo en Arabia Saudita (Foto: NEOM)

 

Excavadoras, bulldozers, camiones y grúas construyen ya, de manera frenética, como hormigas en pleno acopio estival, los cimientos de la que quieren que sea una nueva forma de vida urbana. The Line es el proyecto estrella de NEOM, un programa ambicioso y de gran calado emprendido por Arabia Saudita. Más allá de su viabilidad, destaca la estrategia con la que los saudíes acometen un proyecto aparentemente utópico, titánico y multimillonario, que ha cosechado tantos detractores como admiradores.

NEOM: construyendo un nuevo futuro

Arabia Saudita está desarrollando en la actualidad un programa político llamado Saudi Vision 2030, cuyos objetivos van desde el comercio internacional hasta la mejora de la imagen del país, pasando por el incremento de gasto militar. El príncipe heredero Mohamed Bin Salmán es el gran impulsor de NEOM (acrónimo de Neo-Mustaqbal: Nuevo futuro), una sociedad que, además de contar con un fondo soberano saudita, gestiona las distintas actuaciones a la vez que busca nuevos inversores.

Se trata de un megaproyecto en el que están involucradas empresas de todo el mundo especializadas en diseño, construcción, energía o entretenimiento: OceanX, Mclaren, OMS, Tonomus, Enawa, eVTOL… Esto supondrá un auténtico chute económico para el país, al que situará en la vanguardia del crecimiento mundial. No solo impulsará el sector turístico, sino también sectores públicos como sanidad, educación o infraestructuras. Y el reto más importante: desarrollar proyectos urbanos sostenibles, con economía circular y cero emisiones de carbono, por medio de un diseño revolucionario para reducir la expansión edificatoria y mejorar la habitabilidad.

El área de NEOM y la ubicación de los cuatros principales proyectos

NEOM abarca una zona del noroeste templado del país, en la provincia de Tabuk, junto a la costa del Mar Rojo. Un área especial que albergará cuatro proyectos vanguardistas: The Line (una ciudad lineal sin contaminación ni tráfico); Oxagon (una ciudad portuaria flotante y sostenible); Trojena (un resort turístico en montañas cubiertas de nieve) y Sindalah (una isla de lujo, con marina, golf y eventos deportivos). El programa global y la inversión es de tal envergadura que el país podrá mirarse en el espejo mágico del mundo para escuchar lo que desea oír. Tan solo la escala de actuación de The Line da vértigo: es inimaginable, es una ciudad de película, de ciencia ficción.

El escepticismo de algunos hacia estos megaproyectos tal vez esté influido por la paralización de las obras de la Jeddah Tower, que pretendía ser el rascacielos más alto del mundo (1.000 m), por encima del Burj Khalifa de Dubái (828 m). La imagen de la torre inacabada ha sido como una espina clavada en el país, aliviada ahora por el auxilio económico prestado por el príncipe saudí. Además, no hay que olvidar que los sauditas poseen el territorio más extenso de la región, son los segundos en la producción mundial de petróleo y tienen como vecinos a los Emiratos Árabes Unidos y a Catar, países que en los últimos quince años les han hecho sombra no solo en la construcción de rascacielos y en el desarrollo turístico, sino en el progreso social y cultural, como muestra la Biblioteca Nacional de Catar, un edificio de Rem Koolhaas construido en 2017. Son países que han sabido emplear fórmulas de éxito y han obtenido el reconocimiento y la atención mundial.

The Line: un nuevo mundo urbano

The Line es un modelo de ciudad que no existe en el mundo. Su concepto plantea tantos interrogantes como expectativas. Resulta difícil imaginar cómo puede ser la vida urbana dentro de una especie de “gran muro lineal”, de 200 m de anchura y de 170 km de longitud (la distancia entre Ámsterdam y Bruselas). Pero tal vez resulta aún más difícil imaginar la vida en una ciudad que posee un gran espacio interior con edificios de 500 m de alto a ambos lados. No hay edificios de esa altura en Europa, el que más se aproxima está en San Petersburgo, y no llega a 500 m. Además, estamos hablando de edificios de casi 100 pisos. Habría que desplazarse hasta Nueva York, y ponerse de pie junto al rascacielos One World Trade Center (de 540 m y 104 pisos) para hacerse una idea de la presencia, magnitud y potencia de The Line.

Una ciudad lineal con esa altura y longitud –si se llega a construir–, se verá desde el espacio. Es más, teniendo en cuenta que todas sus fachadas exteriores son de vidrio de espejo, se mostrará como una cicatriz luminosa en la corteza terrestre. Esta especie de “ciudad-muro longitudinal” en medio del desierto irrumpirá en el contexto natural como si fuera una incisión realizada en el terreno. Al tiempo que sus fachadas de espejos reflejarán el paisaje, creando la ficción visual de una continuidad natural del desierto.

Imagen virtual del extremo de The Line en el Mar Rojo (foto: NEOM)

The Line está compuesto por módulos diseñados para albergar cada uno 80.000 personas. Cada módulo es flexible en su configuración, jugando con el gran espacio aéreo central, lleno de vegetación y agua, que será el centro pujante de la vida ciudadana. En su concepto rige la idea de proximidad, como en la “ciudad de los quince minutos”, y por eso todos los servicios: comercio, sanidad, colegio, entretenimiento, etc., distribuidos en distintas alturas, se encontrarán a menos de cinco minutos caminando. No se sabe por qué entre esos servicios no está el religioso (una mezquita o iglesia). Será una ciudad sin coches y sin humos, y con una movilidad eléctrica: un tren rápido circulará de extremo a extremo de la ciudad. Otros desplazamientos se harán en VoloCity: un taxi aéreo eléctrico.

El complejo urbano utilizará energías renovables: solar y eólica y, dentro de la zona NEOM, habrá también una planta de hidrógeno verde. Una apuesta clara por la energía limpia sostenible, con la que se asegurará el confort térmico durante todo el año, tanto en los espacios interiores como en los públicos. Además, será una ciudad cognitiva hiperconectada que logrará interactuar con los habitantes y responder a sus necesidades futuras, de modo que la vida, el trabajo y la sostenibilidad vayan en paralelo.

The Line es el buque insignia de NEOM, y forma parte de su plan estratégico el desvelamiento sucesivo de información sobre la ciudad. Cada cierto tiempo se saben más datos del proyecto, detalles sobre los espacios y los distintos usos que albergarán los edificios, o sobre los medios de transporte y las infraestructuras que utilizarán. Pese a las infografías, videos o las maquetas que ya existen, la información resulta insuficiente. El cronograma de las obras se dará a conocer en 2024, dentro de un estudiado plan de marketing que busca ante todo proporcionar credibilidad y mostrar a la sociedad internacional que no se trata de utopías sino de realidades. Ya circulan imágenes de las obras –en plena ejecución– de la gigantesca excavación de la franja central, por la que transcurrirán las infraestructuras subterráneas de la ciudad.

¿Un lugar para vivir?

La apuesta es sin duda arriesgada y supone todo un reto, detrás hay muchos dólares en juego y un trabajo ímprobo de diseño. El gran interrogante es si, pese a la alta densidad urbana, The Line será o no un lugar grato para vivir. Podría ser una ciudad alternativa para las poblaciones cercanas, como Tabuk, o tal vez para nuevos pobladores. Pero también será un lugar de paso de las rutas de peregrinaciones hacia La Meca.

Espacio interior de The Line (foto: NEOM)

Por estos motivos, NEOM se ha convertido en un foco mediático y, además de generar cierta polémica, ha logrado ser noticia permanente. La revista NPJ Urban Sustainability, de Nature, ha publicado recientemente un estudio de dos investigadores del Complexity Science Hub de Viena en el que sostienen que tanto la movilidad como la habitabilidad en The Line será una pesadilla. Según sus cálculos, la densidad residencial será diez veces mayor que la de Manhattan y la vida se hará insufrible, “con tiempos de viaje más largos que ciudades mucho más grandes, como Seúl, con 25 millones de habitantes”. Aseguran que el tren rápido subterráneo tendrá que hacer más paradas de las deseadas. Incluso argumentan que, teniendo en cuenta la movilidad, hubiera sido mejor construir The Circle en vez de The Line.

Otro de los problemas importantes que se da en este tipo de edificios de gran altura es la radiación solar. Son edificios que no solo están expuestos a vientos fuertes, tormentas de arena y nubes de polvo, sino que cuentan con un exceso de ganancias solares. Y, en épocas de temperaturas extremas (46 °C), están abocados al efecto “isla de calor”. A favor tienen que las energías que emplean son 100% renovables.

Estas ciudades construidas ex novo tienen la ventaja de que ya están concebidas para un número determinado de habitantes. The Line se irá alargando a demanda, por módulos flexibles, hasta llegar a su número máximo.

El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, impulsor de la nueva ciudad (foto: NEOM)

Sin embargo, parecen ciudades artificiales, y además lo son. Y esa falta de naturalidad, de historia, les resta humanidad. La sensación desde dentro va a ser parecida a esas moles gigantes que te escoltan y te impactan cuando visitas Nueva York. Edificios deslumbrantes que atraerán sin duda al turista, pero en donde quizá no apetezca mucho vivir. Para los enamorados de los rascacielos, en cambio, será el lugar ideal para disfrutar de la belleza de la congestión y no les importará ser como los “prisioneros voluntarios de la arquitectura” de Exodus, famoso proyecto de Rem Koolhaas (Londres, 1972). Queda en el aire el número de ascensores que habrá que utilizar para subir y bajar todo el día; cómo serán las salidas al espacio natural circundante o la acogida de quienes vienen en coche de otras ciudades; la sensación de colmena con multitud de vecinos rodeándote… A la vez nos preguntamos: ¿habrá silencio por las noches?, ¿estarán a gusto los mayores?

Quizá la clave esté en saber si la gente querrá vivir ahí. Pienso que sí, entre otras cosas porque se estará mejor dentro que fuera. Otra cosa es que el complejo funcione como ciudad, porque 170 km son muchos kilómetros. Pero el mundo está cambiando y The Line quiere ser su espejo.

Antonio Puerta López-Cózar
Arquitecto

2 Comentarios

  1. A mi el proyecto me parece super interesante. Es genial la capacidad creativa del hombre.
    ¡Ojalá se cuiden los aspectos que humanizan!

  2. Sencillamente, me aterran este tipo de proyectos. Comprendo que soy europea y mi cultura no tiene nada que ver con la de esas latitudes, pero como «persona» no puedo entender estos proyectos descomunales, derrochadores, mientras en el planeta hay gente que no tiene lo imprescindible para vivir. Me pregunto si hay grupos empeñados en que las desigualdades no desaparezcan y me respondo que sí.

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