Inspirado por el vídeo I’m not a racist, Uriya Rosenman decidió crear la versión palestino-israelí del rap. Para ello necesitaba un socio y alguien le habló del rapero palestino Sameh SAZ Zakout. Después de un año trabajando juntos, en mayo de 2021, coincidiendo con los 10 días de cruce de misiles entre Israel y Gaza, Uriya y Sameh lanzaron su primera canción juntos, Let’s talk straight, con la que se hicieron virales.
Así es como nació el dúo “Dugri” que, tanto en hebreo como en árabe, quiere decir directo, claro, sin pelos en la lengua. Y así hablan –rapean– ellos. ¿Su objetivo? Trasladar el mensaje de que sólo escuchando al otro se abrirá la posibilidad de construir un futuro juntos.
— ¿Cómo ha impactado en vuestra vida el 7 de octubre y la guerra en Gaza?
Uriya: Cuando ocurrió lo del 7 de octubre nos quedamos en estado de shock. Shock ni siquiera es la palabra: estábamos traumatizados. Sameh no sabía qué decirme, yo no sabía qué decirle. No hablamos durante un par de semanas. Para ser honestos, no podíamos decir nada, la gente estaba muriendo y sigue muriendo. Lo que pasara el 7 de octubre, en realidad, no cambia lo que sentimos. Mirando al largo plazo y viendo este conflicto con perspectiva, comprendemos que sólo hay una cosa que sabemos con certeza: millones de judíos y árabes no van a ir a ninguna parte, así que no tenemos otra solución que construir algo juntos.
Sameh: Desde el 7 de octubre, la forma de afrontar, de hablar de mi familia en Gaza me está quitando mucha energía: el contenido que hago, la música que escribo… Mi familia sigue muriendo, así que no puedo hacer lo que solía hacer. Me dedico más a hacer música porque creo que a veces la música habla más fuerte que nada. El statu quo está muerto. Lo sé. Lo veo. Lo siento. Toda mi familia ha perdido sus casas en Gaza, y todo el mundo está afectado. Al gobierno israelí le importan una mierda los palestinos, pero tampoco le importan los israelíes. Enviar a jóvenes armados a luchar en una falsa guerra, con una falsa causa… La guerra nunca resolverá nada. Así que, para mí, hacer música es una especie de liberación, un alivio.
— No sé si os consideráis parte del movimiento pacifista, pero parece que desde el 7 de octubre está prácticamente acabado. ¿Qué pensáis de eso?
Sameh: El término «activista por la paz» me molesta. Ni siquiera nos consideramos activistas por la paz, y creo que “paz” es una palabra vacía. Por supuesto que estamos por la paz, y por la coexistencia, pero antes de la coexistencia está la existencia. Para los israelíes, sin duda, pero también para mi pueblo y para mí. Como Dugri no tenemos una solución, tenemos un enfoque. Queremos iniciar un proceso. Que tengas un amigo árabe, o un amigo israelí, está bien, pero ¿qué haces con eso? Creo que es una llamada de atención para todos, también para nosotros. Por eso nos llevó un tiempo volver a hablar. Fue muy duro para los dos.
Uriya: Los activistas invierten su vida en hacer un trabajo entre bastidores durante muchos años, y entonces los que mandan y gente malvada toman decisiones y miles de personas son asesinadas. En un solo día, retrocedemos 30 años. En estos momentos, la gente está llena de odio. Hablo de gente buena, liberal, de mente abierta, que percibe al otro bando como zombis. Sameh puede decir lo decepcionado que está por amigos israelíes que ahora empezaron a justificar que se arrase Gaza. Yo puedo decir que estoy decepcionado por los ciudadanos palestinos de Israel que no adoptan una postura lo suficientemente firme contra la masacre de Hamás. Pero Sameh y yo seguimos creyendo lo mismo. Sigo pensando que no debe haber ocupación y que los palestinos merecen vivir tanto como nosotros. Y Sameh sigue creyendo que matar israelíes no hará que más palestinos vivan libres. Tampoco creemos que los dirigentes vayan a hablar y que llegue una solución desde arriba. Nunca ocurrirá, porque la guerra es más rentable. Así que intentamos inspirar el cambio desde abajo.
“Cuando hablas con odio, todo el mundo se hace eco, pero si hablas con moderación, el algoritmo te echa a patadas” (Sameh)
— Hicisteis una gira por Estados Unidos antes de la guerra y tú, Uriya, has estado haciendo un máster en Harvard este año, ¿cómo fue esa primera gira y cómo has vivido las protestas del campus mientras estuviste allí?
Uriya: La gira por EE.UU. fue muy valiosa para nosotros. El público estadounidense que conocimos estaba flipando, porque tenemos un planteamiento muy directo. Volvimos optimistas. Para mí, en EE.UU. este año me sentí en un mundo completamente distinto. La verdad es que mucha gente está motivada por buenas intenciones, pero, cuando no conoces lo suficiente la historia y las particularidades de un conflicto, eres víctima de la manipulación de eslóganes simplistas y unilaterales. El miedo que sufren los judíos por el antisemitismo, el odio en los campus de EE.UU., es lo que alimenta la legitimidad del gobierno de extrema derecha [israelí] para hacer lo que hace. La estrechez de miras y el simplismo con el que se discute este conflicto nos perjudica a nosotros, las personas que realmente lo estamos viviendo.
Sameh: En realidad, yo apoyo a estos estudiantes porque pueden gritar lo que yo no puedo gritar. Israel ya no es lo mismo, no hay democracia. Si ahora voy a protestar pidiendo el fin de la guerra, me pueden pegar, detener o perder el trabajo. Pero si gritan con odio a los judíos sólo porque son judíos, esta no es mi lucha. Cuando digo que quiero ser libre, quiero decir libertad para todos. Porque echar a uno [del territorio] y poner a otro es la mierda que llevamos viviendo desde el 48. Odiando no se consigue liberar a Palestina. Hay que entender que hay algo más que blancos y negros, palestinos e israelíes, malos o buenos. Incluso los israelíes empiezan ahora a entender qué significa tener seguridad o tener una vida que los palestinos no tienen desde el 48. Por la parte palestina, por supuesto que bajo la ocupación va a haber resistencia, ¿pero qué tipo de resistencia? Hay que pensar a largo plazo. Con mi familia creemos en una forma no violenta de liberarse.
— ¿Creéis que las voces moderadas terminan por quedar aisladas en la opinión pública?
Sameh: Cuando hablas con odio [en las redes sociales], todo el mundo se hace eco, pero si hablas con moderación e intentas comunicarte, el algoritmo te echa a patadas. Nos pasó con el primer vídeo y con el segundo.
Uriya: Con nuestro trabajo nos dimos cuenta de que es imposible gritar moderación. El odio llama más la atención. Intentamos ser esa voz moderada y hacerlo de forma creativa, pero es muy difícil. No lo vemos todo igual, pero Sameh y yo somos amigos y colaboramos porque entendemos que nunca nos haremos daño. Este es el mensaje que intento transmitir y que la gente no entiende. Incluso cuando actuamos juntos en Harvard (Sameh se vino para hacerlo), intentamos trasladar esta complejidad y este rollo entre nosotros, pero los pro-palestinos decían «no, os estáis lucrando con la sangre de los niños palestinos», y Sameh decía «escuchad, chicos, tengo familia en Gaza, mi familia está pagando el precio, no me sermoneéis. Creo que esta colaboración con Uriya es lo que a la larga puede ayudar a mi familia». Ellos decían «no, eres un vendido», y le amenazaron.
“Los israelíes no seremos libres hasta que los palestinos también lo sean” (Uriya)
— ¿Puede ser que sobre el terreno la gente esté menos radicalizada que lo que vemos en los campus de Europa y EE.UU.?
Uriya: También hay israelíes radicalizados. Tras el 7 de octubre, se hizo un uso cínico de lo que nos ocurrió para crear una narrativa en la que los palestinos son zombis: eligieron a Hamás, merecen la muerte. Tenemos que reconocer la humanidad del otro lado. Nunca seremos libres hasta que ellos también lo sean. Definitivamente, [las voces moderadas] somos minoría. La mayoría de la gente piensa que soy un vendido, un izquierdista, un loco. Pero esto es en lo que creo.
Sameh: Es complicado. Desde el 7 de octubre sólo se detiene a palestinos [en Israel]. Hasta hoy, cero israelíes han sido detenidos. Esa es la complejidad de la que hablo. Ya tengo un vídeo grabado por si me arrestan. Tengo mucho miedo, pero mentalmente estoy preparado y creo que será bueno para Dugri si me detienen.
— ¿Soléis discutir por cosas en las que no pensáis igual?
Sameh: Sí, esa es la forma «dugri» de hablar. Es exactamente lo que queremos ser. Eso es una verdadera amistad. Aunque estemos discutiendo todo el día, al final nos damos un abrazo. No intentamos predicar, sólo mantenernos humildes. Cuando eres humilde entiendes más cosas.
— Además de una segunda gira por EE.UU., ¿tenéis otros proyectos en el horizonte?
Uriya: Tenemos una nueva canción que estaba a punto de salir y la hemos pospuesto y pospuesto porque es una canción feliz sobre el potencial de la vida compartida de ambos pueblos.
Sameh: Una canción increíble con vídeo, el primer vídeo de IA palestino-israelí, hebreo-árabe del mundo. Pero es una canción tan feliz, el texto es tan loco, que pensarían que tenemos problemas mentales si publicamos la canción. Estamos esperando el momento de lanzarla.
— ¿Qué visión tenéis del futuro, qué sueños?
Uriya: No pienso en la paz, pienso en mí. Todo el mundo piensa en cambiar el mundo, yo me estoy cambiando a mí. Aprendiendo árabe, tendiendo puentes con los palestinos, intentando reconocer que algunos de los míos hicieron cosas malas en el pasado. Este es el trabajo que estamos intentando hacer. Hoy vamos a reunirnos y quizá escribamos alguna letra juntos. Usamos nuestras palabras y nuestra creatividad para inspirar a otros a pasar por el mismo proceso que nosotros pasamos.
Sameh: Creo que la música habla más alto que las palabras y hay algo dentro de mí gritando para hacer música. No sé de qué tipo ni cuál será el mensaje. Sólo quiero estar en modo creación y viviendo el momento, porque desde el 7 de octubre cada día que estamos vivos y libres es una bendición.