El Líbano se ha convertido en las últimas semanas en un escenario de guerra. Lejos de buscar un alto al fuego con Hamás en Gaza, Israel ha abierto un nuevo frente en este conflicto que ya dura un año y se expande en la región.
Los portavoces israelíes han enfatizado que su guerra es con Hezbolá, la milicia libanesa chií aliada de Irán que lleva casi un año lanzando misiles al norte de Israel en apoyo a Hamás. Sin embargo, el Líbano vive estos días un escenario de pesadilla e incertidumbre. Tras dos semanas de bombardeos con cientos de muertos y alrededor de un millón de desplazados, el ejército israelí ha penetrado por la frontera sur para acabar con la capacidad militar de Hezbolá.
La impotencia de la población es total, teniendo en cuenta que el Gobierno lleva años en funciones y no hay presidente de la república: “Es una guerra contra Hezbolá, y el Estado no puede hacer nada. De hecho, los políticos también son cómplices por haber dejado a Hezbolá tomar el poder y actuar por su cuenta”, opina Miguel, que ha vivido 15 años en el país. “La gente no quiere esto, está sufriendo. Se intenta hacer vida normal, pero no es muy fácil”.
“Aquí no hay refugios ni alarmas generales –dice Elena, cooperante que reside en el Líbano desde hace 30 años–; escuchas la radio y tomas las medidas que consideres. La vida sigue, pero vas con pasaporte, dinero encima y con el depósito lleno”. Blanca, que trabaja desde hace 20 años en una asociación libanesa, y vive entre Beirut y Biblos, cuenta que los trabajos no han parado, aunque sí los colegios y las universidades: “La gente está haciendo más o menos vida normal. Intentas adaptarte y no parar el ritmo de trabajo porque si paras, no tienes ingresos”.
“Hay quienes se alegran de que Hezbolá se debilite; otros se preocupan porque no saben quién les va a proteger”
Y es que el Líbano lleva muchos años sumido en una profunda crisis económica, que se añade a la crisis política, por lo que los ciudadanos no pueden contar con la asistencia del Gobierno ante la emergencia: “Hay una ausencia casi total del Estado. No hay protocolos gubernamentales. Lo que sí hay es movilización cívica”, explica Blanca. “Las ONG, como Cáritas y otras, tienen mucha fuerza y, a nivel de barrio, la gente también se organiza”. Son los propios libaneses los que se están preocupando de la acogida y las necesidades del millón de desplazados que han llegado desde el sur del país a Beirut y a otras localidades, aunque muchos están durmiendo en las calles.
Hezbolá: ¿héroe o villano?
Al contrario que el Gobierno libanés, “Hezbolá tiene toda una infraestructura económica, con coherencia e integridad, sin casos de corrupción, lo que les da una autoridad moral impecable –cuenta Elena–. Un Estado dentro del Estado, incluso con más medios que el Estado. Hezbolá tiene todo el asesoramiento técnico de Irán y la creación propia de muchas armas. Tienen más medios que el Ejército y que el Gobierno”. Esto explica que muchos en el país vean al partido-milicia como alguien que les protege y, de hecho, han sido los únicos que se han enfrentado con éxito a Israel en sucesivas ocasiones.
“Es difícil matar a Hezbolá –opina Miguel– porque es mucha gente, gente formada militarmente, pero que son civiles. No es una guerra convencional de ejército contra ejército”. Se trata de una de las milicias más poderosas y mejor armadas de Oriente Medio, con décadas de experiencia enfrentándose a Israel y con un importante papel en la guerra de Siria. Por eso, hace unas semanas, el mundo asistió atónito a lo que parecía el episodio de una serie de espionaje. Alrededor de 3.000 buscas y cientos de walkie-talkies explotaban en manos de sus dueños, militantes de Hezbolá, causando 32 muertos y miles de heridos que colapsaron los hospitales. Estos dispositivos habían sido encargados y distribuidos por la propia milicia precisamente para evitar que Israel saboteara sus teléfonos móviles, lo que demostró hasta qué punto los servicios secretos israelíes tienen al grupo controlado.
El siguiente paso que dio Israel fue empezar a bombardear el sur del Líbano, el valle de la Becá y los barrios chiíes del sur de Beirut, zonas controladas por Hezbolá y donde tienen sus arsenales de armas. Israel instó a la población civil a abandonar esos lugares por seguridad, lo que provocó un éxodo masivo hacia otras zonas seguras del país. Las bombas también han acabado con casi toda la cúpula de la milicia, llegando hasta el histórico líder Hassan Nasrallah, que fue asesinado el pasado fin de semana en Beirut en un intenso bombardeo israelí.
“El abuso de fuerza que hace Israel, aunque Hezbolá se lo haya buscado, está generando mucho resentimiento y odio en los libaneses”
La muerte de Nasrallah se ha vivido en el Líbano de diferentes maneras. “Hay quienes se alegran de que Hezbolá se debilite”, explica Miguel, porque piensan que es el culpable de esta guerra. “Otros se preocupan porque no saben quién les va a proteger”. El Gobierno libanés, el Ejército y la policía, “no tienen capacidad de proteger a la población”. Por eso se mantienen al margen en esta guerra: “El Ejército no se va a lanzar al suicidio ni contra Hezbolá ni contra Israel”, opina por su parte Elena. Lejos de unir al ya muy fracturado pueblo libanés, Miguel piensa que un Hezbolá herido provocará “más división, porque uno de los jugadores más importantes está debilitándose y los demás van a querer sacar tajada”.
La ley del más fuerte
Mientras el Ejército israelí se enfrenta a Hezbolá en el sur del Líbano por tierra, sus cazas violan el espacio aéreo de Beirut rompiendo la barrera del sonido, “cosa impensable en un Estado normal”, dice Miguel. “Hay drones sobrevolando Beirut, haciendo ruido, simplemente para hacer ver que están ahí”. Aunque los bombardeos están localizados en la zona chií al sur de la ciudad, el constante sobrevolar de aviones está causando “un terror psicológico que produce un desgaste bastante potente en la población –cuenta Elena– y las ONGs no dan abasto para atender esos casos”.
“Es muy evidente el abuso de fuerza que hace Israel, aunque Hezbolá se lo haya buscado –opina Blanca–. Está generando mucho resentimiento y odio en los libaneses y esto no lleva a ningún lado”. A pesar de que los ataques israelíes son bastante precisos en lo que se refiere a atacar objetivos de Hezbolá, también se han llevado civiles por delante. “En el Líbano está todo mezclado, la delimitación geográfica no es exacta. Por ejemplo, hay cristianos en zonas mayoritariamente chiítas y viceversa. En ese sentido, todo el Líbano está amenazado. No hay zonas totalmente seguras”.
Está claro que Israel está consiguiendo debilitar a Hezbolá, pero el comienzo de la operación terrestre en el sur del Líbano ya se ha empezado a cobrar vidas de soldados israelíes. El Gobierno de Benjamín Netanyahu reconoció este miércoles la muerte de ocho militares israelíes en su incursión en territorio libanés y otros tantos heridos. Además, los misiles de la milicia libanesa siguen lanzándose contra el norte del Estado judío, que lleva un año evacuado. Por su parte, Irán atacó con 180 misiles el territorio israelí en un intento fallido de destruir bases militares que mantuvo a casi toda la población en los refugios antiaéreos durante la tarde del martes.
La resistencia de Hezbolá ante Israel “dependerá de lo que vaya a hacer Irán –opina Miguel–. Si Irán insiste en darles más armas, Israel lo tendrá muy difícil”. Para Elena, el problema está en la idea que se transmite con esta guerra: “El triunfo de la ley del más fuerte, que hace que el otro quiera ser aún más fuerte y que no se construya un futuro de paz”.
2 Comentarios
Lo mismo aclara la dificil situacion. No se si es equivocado pensar que Hezbola nace como instrumento de naciones arabes que quieren recuperar el territorio de Israel.
Me parece un artículo qué aclara mucho la situación. En fin a rezar… La situación es muy difícil