El último Premio Príncipe de Asturias de las Letras define al hombre como un mestizo cultural y lingüístico, imagen que sirve también para explicar buena parte de su obra literaria y ensayística.
Residente en Francia desde hace años, escribe sobre temas que tienen siempre en común la búsqueda de reconciliación, unidad y paz para los pueblos y etnias que, a lo largo de la historia, han dado forma al Próximo Oriente y al Levante Mediterráneo. Su obra es un canto a la esperanza, pues “los vínculos de unión entre las personas trascienden cualquier grupo étnico o religioso. Este es el mensaje que quisiera gritar al mundo, a un mundo que impone como fin último la pertenencia a un pueblo”.
Nacido en 1949 en el Líbano, Maalouf ejerce el periodismo y la literatura en París, donde fijó su residencia desde el comienzo de la guerra civil en su país. Ha logrado un notable éxito editorial internacional, con miles de ejemplares vendidos en varios idiomas. Entre otros premios, ha obtenido el Goncourt de 1993 con La roca de Tanios.
No hay una sola pertenencia
En su ensayo-denuncia Identidades asesinas, Maalouf trata de responder a la pregunta de cómo es posible que en las postrimerías del siglo XX -el ensayo fue escrito en el marco de la tragedia de Yugoslavia- la afirmación de una identidad vaya acompañada por la negación de la identidad del otro. Como escribió Manuel Cruz en Aceprensa, “el autor parte de su propia identidad con sus múltiples pertenencias para realizar un sobrevuelo por la historia de la filosofía, las culturas, las religiones, especialmente la islámica, sobre la cual desvela algunos malentendidos. Podría achacarse a Maalouf una excesiva simplificación, que le hace cometer algunos errores a propósito de la identificación del próspero mundo occidental de hoy con el cristianismo. Pero hay que reconocer su esfuerzo intelectual que le permite llegar a una primera conclusión, obvia por otra parte aunque se olvide con frecuencia: que, al margen de las pertenencias, nunca se dan dos personas iguales y que el valor personal es lo que hace que cada ser humano sea singular y potencialmente insustituible”.
La conclusión que saca Maalouf en este ensayo, que explica sus principales preocupaciones existenciales y literarias, es animar a todo ser humano a que entienda su identidad como la suma de sus diversas pertenencias en vez de confundirla con una sola erigida en instrumento de exclusión, a veces en instrumento de guerra. Y con este único remedio, un sueño del autor: poder llamar algún día “patria” a todo el Cercano Oriente y “compatriotas” a todos los hijos de esta región, musulmanes, judíos y cristianos de todos los orígenes
Un recorrido por sus obras
Este tema, de diferentes formas y estilos, atraviesa la mayoría de sus obras ensayísticas y literarias, que ahora analizamos de manera muy resumida.
La roca de Tanios. La acción de esta novela, una de las más conocidas del autor, se desarrolla en un pueblo de la montaña libanesa, Kfaryabda, hacia la mitad del siglo XIX, cuando los enfrentamientos políticos y bélicos entre Egipto y el Imperio Otomano proyectan los antagonismos de las potencias occidentales sobre las pequeñas comunidades drusas, cristianas y musulmanas. Un suceso histórico -el asesinato del patriarca maronita- sirve de eje a un relato de ficción en el que la leyenda y la realidad hacen presagiar el comienzo del camino belicoso de los intolerantes antagonismos que se vienen sucediendo hasta la actualidad desde el “Reglamento de Autonomía Libanesa” de 1864, impuesto por las naciones europeas y firmado en Constantinopla.
La historia es reconstruida por un narrador de Kfaryabda con la ayuda de las crónicas locales y la buena memoria de un anciano lugareño. En ella se narra la vida de Tanios, un muchacho al que el destino hace enfrentarse al amor, las venganzas y la tremenda responsabilidad de un papel destacado en la liberación de su pueblo. Un protagonista bien real, perfilado con rasgos definitorios y convincentes, como también lo son los demás personajes de la narración, que se manifiestan en un ambiente dibujado de modo muy emotivo y realista.
Las escalas de Levante. También el Líbano es el escenario de esta narración que se extiende a través de tres generaciones de una misma familia, si bien hay un principal protagonista. Este personaje cuenta la historia al narrador, al que, en un fortuito encuentro en París, convierte en confidente de una vida llena de ilusiones, aventuras, desasosiegos, éxitos y desgracias, esperanzas y amor por su familia y su patria.
La novela abarca casi todo el siglo XX y se centra en los personajes de esa familia de origen otomano, que reúne musulmanes, cristianos y judíos. La acción desde el Líbano se extiende a Francia, principalmente durante la II Guerra Mundial, donde el protagonista llega a ser un héroe de la Resistencia. Y la historia principal es la de un amor familiar roto por la guerra palestino-israelí. “En este libro hay personas que se aman, cuando la Historia querría que se odiaran. Deberíamos aprender de ello”, afirmó el autor. Y añadió: “Las relaciones humanas son muchísimo más importantes que los vínculos históricos. Lo que salva y libera a los seres humanos es el amor que, en mi novela, utilizo como un elemento de redención o antídoto”.
León el Africano (Alianza, 1988). La novela más leída y traducida del autor libanés es un relato de aventuras que se sirve de documentados datos históricos en torno al siglo XVI mediterráneo. La corte de Boabdil en Granada, las intrigas de Fez o El Cairo, la vida en la misteriosa Tombuctú y la complicada política del mosaico italiano de entonces, se entreteje en un sincretismo ideal, personalizado en la figura de Juan León de Medicis, apodado “El Africano”.
Samarcanda (Alianza, 1989). Recreación de la historia de Persia, en torno a la mítica ciudad de Samarcanda, en la Edad Media y a principios del siglo XX, a través de una trama de cierta intriga en torno al descubrimiento de unos manuscritos de a época medieval.
Los jardines de la luz (Alianza, 199l). Novela basada en la vida de Mani, un personaje rodeado de un halo de leyenda, nacido en Mesopotamia a principios del siglo III. Es el fundador de un sistema religioso sincretista con mezclas de cristianismo, judaísmo y algunas ideas del mazdeísmo, que extiende su influencia religiosa, social y política desde la orilla mediterránea del Oriente Próximo hasta la India.
El primer siglo después de Beatrice (Alianza, 1992). Quizás sea la más floja de sus novelas, al menos si la comparamos con el resto de la obra de Maalouf. Se trata de una ficción sobre el futuro, una especie de advertencia sobre la catástrofe del devenir social que se elabora a partir de un presente equivocado: el uso masivo en los países ricos del Norte de una sustancia exótica que evita los nacimientos de niñas. No consigue que sus personajes sean convincentes y tampoco es capaz de ajustar un mensaje tan sobrecogedor a una acción verosímil.
La invasión (Alianza, 1994). Se trata de la parte inicial de un ensayo histórico, no de ficción -publicado también con el título de Las cruzadas vistas por los árabes (Alianza, 1992)-. Relata la primera Cruzada, desde la llegada de los francos al territorio de Bizancio en 1096 hasta la toma de Jerusalén y el asentamiento de los hombres de Godofredo de Bouillon y Saint-Gilles en Palestina, hacia el año 1100.
Identidades asesinas. Ensayo sobre la intolerancia, la confrontación y la locura que incita a la violencia por razones de etnia, cultura, geografía o religión. Su mensaje es que se puede ser fiel a los valores propios sin atacar a los ajenos.
El viaje de Baldassare. Esta voluminosa novela tiene un ambicioso planteamiento y se abre con sugestivas propuestas, como el periplo de un culto y rico librero de origen genovés asentado en el Líbano, llamado Baldassare, por todo el norte del Mediterráneo, Centroeuropa e Inglaterra. Este personaje renacentista viaja acompañado por dos familiares y una atractiva dama y persiguen el rastro de un mítico escrito sobre el centésimo nombre de Alá, en el que se dice que está la clave capaz de resolver el enigma sobre el fin del mundo anunciado para el año 1666. El desarrollo del argumento es desigual, pues la sucesión de aventuras, sorpresas y situaciones no acaban de convencer por sus tópicos, por la superficialidad de los personajes, por la ausencia de descripciones geográficas y costumbristas y por su falta de tensión.
Orígenes. Relato histórico de tintes memorialísticos sobre la propia familia del autor, que ejemplifica la vocación de “nómadas del mundo” de los libaneses. Junto con la historia personal de sus abuelos y tíos, que tienen unas trayectorias tan diferentes y a la vez tan familiares, Maalouf describe la nueva organización social, política y cultural de la actual Turquía y presenta el mosaico de grupos humanos del Líbano. Para ello desentraña viejas cartas, notas y documentos familiares, indaga conversando con ancianos, visita los lugares para ir reconstruyendo las trayectorias de sus antepasados, que triunfan en el comercio cubano o establecen nuevas perspectivas para la educación de los niños de la montaña libanesa.