Una población joven, el “dividendo demográfico” de Paraguay

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Una población joven, el “dividendo demográfico” de Paraguay
Una calle en el microcentro de Ciudad del Este (Paraguay) en 2022 ( Luis War/Shutterstock)

Una población mayoritariamente joven da a Paraguay lo que se suele llamar un “dividendo” o “bono” demográfico: una oportunidad de crecer y de reducir las desigualdades. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE), en una nación de poco más de seis millones de habitantes, el 56% tiene menos de 30 años de edad, y las personas comprendidas entre los 15 a 29 años representan el 27% del total.

“Paraguay está pasando por una oportunidad única e irrepetible, con un gran volumen de población adolescente y joven, cuya heterogeneidad según género, edad, etnia, nivel de ingreso, zona de residencia, entre otras, constituye un potencial muy importante para el desarrollo del país”, señala un informe de la ONU. Este documento contiene, además, “recomendaciones estratégicas” para que la juventud paraguaya asuma protagonismo en el “proceso de recuperación socioeconómica” de este país sin salida al mar.

El reporte remarca que hacia 2025, se proyecta para ese segmento –de 15 a 29 años de edad– un crecimiento del 2,3%, lo cual implica la “necesidad de invertir urgentemente” en el potencial del bono demográfico para alcanzar los beneficios que supondría la incorporación de tantos jóvenes al mercado laboral. “Este crecimiento requiere un enfoque destinado a disminuir las brechas de desempleo entre géneros, y entre jóvenes urbanos y rurales, y en aumentar la capacidad productiva de la adolescencia sin dejar a nadie atrás”, señala el informe.

Proyecciones fallidas

Lo paradójico del caso paraguayo es que esta ecuación de población joven contrasta con los números del último censo, divulgados en agosto de 2023, que se quedaron por debajo de las proyecciones de 2015. En efecto, se había previsto una población de casi 7,5 millones para 2022, y los 6,1 millones de habitantes registrados suponen incluso una disminución de más de 350.000 personas con respecto al anterior recuento, de 2012. Además, tras la pandemia descendió la esperanza de vida, de 75,5 a 74,2 años.

El 28,2% de la población paraguaya es menor de 15 años, el 64,7% tiene entre 15 a 64 años y poco más de 7,1% cuenta 65 o más

El fallo de las predicciones se debió a “factores como la migración o la fecundidad, que en su momento no fueron estimadas con precisión”, explicó el director del INE, Iván Ojeda. Por ejemplo, actualmente hay más de un millón de paraguayos que han emigrado a otros países, principalmente a Argentina, España, Brasil y Estados Unidos.

En detalle, la estructura por edad de la población mostró que el 28,2% de la población es menor de 15 años, el 64,7% tiene entre 15 a 64 años y poco más de 7,1% cuenta 65 o más.

De cualquier modo, en un ámbito de marcada baja de la fecundidad a nivel regional, y aunque en declive, Paraguay muestra números más elevados que el promedio: el índice de fecundidad, sólo superado por Bolivia (2,58 hijos por mujer), alcanza el 2,44, por encima, de países como Argentina (1,88), Brasil (1,63) o Chile (1,54).

En 2022, la tasa de fecundidad de América Latina y el Caribe se estimó en 1,85 hijos por mujer. Las proyecciones, según el Observatorio Demográfico América Latina y el Caribe de 2022, publicado por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), indican que seguirá bajando y llegará a 1,68 en 2100.

Cuarenta años de bono

El bono demográfico “es un fenómeno de larga duración y de imperceptible presencia en la vida cotidiana de las personas”, a decir del demógrafo y economista paraguayo Óscar Barrios Leiva. Es aquel período en que el número de personas en edad de trabajar crece más que el de personas en edades potencialmente dependientes. Se considera que el bono dura mientras la proporción es menor de dos dependientes por cada tres activos.

Para la Celade (Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía) y la Cepal, la duración del tramo en que la tasa de dependencia se mantiene por debajo de ese umbral, es 40 años en promedio. En Paraguay este nivel se alcanzó en 2006 y se estima que empezará a subir de nuevo en la década de los cuarenta de este siglo.

“El bono demográfico se presenta como una gran oportunidad para Paraguay. Su nivel de aprovechamiento depende del grado de inversión que se realice para capitalizar esta única coyuntura favorable. Esta inversión debería estar orientada principalmente a educación, salud y empleo”, sostiene Barrios Leiva en un texto académico.

La cuestión educativa preocupa. También de acuerdo a estadísticas oficiales, un poco más de la mitad de los jóvenes de 15 a 24 años de edad (50,8%) asiste a una institución de enseñanza formal; la tasa de asistencia resulta superior en áreas urbanas en relación a las rurales (55,4% a 42,3%).

En un período aproximado de tres lustros se ha incrementado el promedio de años de estudio en dos y se ha triplicado la población con 13 a 18 años de estudio. No obstante, hay datos malos. Sólo la mitad de los niños y niñas que empiezan la escuela terminan la educación media (15-18 años). La mayoría deja de estudiar entre el séptimo grado (12-13 años) y el primero de la media (15-16 años). Los principales obstáculos para mantenerse dentro del sistema educativo son económicos y de necesidades de cuidar a personas en el hogar, en particular para las mujeres.

Su gente

En cuanto al empleo, del total de la población de 15 a 29 años de edad, alrededor de seis de cada diez jóvenes realizan actividades económicas, y los asalariados dentro de ese grupo etario, menos de un tercio, el 32%, aportan a un sistema de jubilación. Los jóvenes empleados tienen un ingreso promedio mensual de aproximadamente 1,99 millones de guaraníes (unos 246 euros). La informalidad laboral no agropecuaria es mayor en las personas trabajadoras jóvenes de 15 a 29 años (73%) que ene l conjunto de la población activa (64,2%). La juventud dispone de ingresos laborales inferiores al salario mínimo. Las brechas son mayores en el caso de las mujeres y en el sector rural.

La población bajo el umbral de pobreza bajó del 51,4% en 2003 al 24,7% en 2022, y la pobreza extrema también se redujo a la mitad

En el seguimiento económico de Paraguay que hace el Banco Mundial, en su última actualización de abril de 2024, afirma que en las últimas dos décadas ha crecido más rápido que el promedio regional debido a condiciones externas favorables y una sólida gestión macroeconómica. “Paraguay se ha convertido en un importante exportador mundial de agricultura, ganadería y energía eléctrica”, asegura.

“Sin embargo –alerta–, dado que estos sectores representan el 80% de las exportaciones directas y al menos el 17% de la producción, la economía sigue siendo vulnerable a shocks externos. La pandemia y las sequías recurrentes han frenado el crecimiento económico en los últimos años. El crecimiento del PIB real se desaceleró de un promedio de 4,4% entre 2003 y 2018 al 1,1% entre 2019 y 2022”.

Es verdad que en ese tiempo, Paraguay redujo la pobreza: a finales de 2022, el 24,7% de la población paraguaya vivía por debajo de la línea nacional de pobreza, menos de la mitad de la proporción registrada en 2003 (51,4%). Lo mismo para la pobreza extrema, que bajó a la mitad y ese año se situó en 5,6%. Pero “la desaceleración del crecimiento ha dado lugar a un progreso más lento en la reducción de la pobreza en la última década”, señala el Banco Mundial.

Un punto débil es la formación. “Casi una cuarta parte de las mujeres jóvenes y una décima parte de los hombres jóvenes –subraya el informe– no están empleados ni estudian ni reciben formación, y 63% de los paraguayos trabaja en el sector informal a fines de 2022. Debido a que casi el 60% de la población paraguaya tiene menos de 30 años, aprovechar al máximo el ‘bono demográfico’ requiere una atención urgente al mayor activo de Paraguay: su gente”, enfatiza el informe.

Veinte años para aprovechar

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) también tienen algo qué decir al respecto. En el “Informe sobre Juventud en el Paraguay” (octubre de 2023), se insiste en la oportunidad que existe para ampliar las capacidades de la juventud y de generar las condiciones para el bienestar de las personas y el desarrollo del país, al encontrarse Paraguay en un “punto de inflexión para su desarrollo a largo plazo”. Para eso, “tiene unos 20 años más para aprovechar el dividendo demográfico”, asevera.

El demógrafo Barrios Leiva señala cómo ha evolucionado en Paraguay el Indicador de Calidad de Empleo (ICE), que da la proporción de personas ocupadas con niveles de ingreso que le permiten superar los niveles de pobreza, y que al mismo tiempo tienen acceso a un seguro de salud y aportan para la jubilación. En 2001, el ICE era del 11,1%; al siguiente año de referencia (2012) asciende al 17,6%, para llegar al último año con información disponible (2014) al 19,1%.

De esos datos, Barrios Leiva concluye que “los cambios apreciados en 15 años señalan que hay mucho por hacer, y que los esfuerzos realizados hasta el presente, resultan todavía insuficientes para capitalizar el potencial demográfico del país”. Y, si como se estima, el dividendo demográfico durará hasta mediados de los años cuarenta, el país ha recorrido ya cerca de un cuarto del periodo de oportunidades para su desarrollo. “En suma, es hora de primar la voluntad política de materializar los enunciados para aprovechar el bono demográfico”, concluye el demógrafo.

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