La pandemia no enterró los logros de Latinoamérica en salud pública

publicado
DURACIÓN LECTURA: 7min.

Una enfermera prepara una vacuna para un paciente menor de edad en Haití (CC: USAID)

 

La irrupción del covid-19 en el panorama sanitario mundial supuso, para muchos países en desarrollo, un verdadero drama: mientras todavía bregaban para erradicar enfermedades contagiosas de larga data, hizo su indeseable entrada un nuevo virus, a cuya prevención y tratamiento hubo que desviar recursos originalmente destinados a aquellas. Latinoamérica y el Caribe no fueron la excepción, pero varios Estados en la región mantuvieron como pudieron el rumbo a sus objetivos de salud, y hoy pueden mostrar resultados.

El golpe del coronavirus al sur de EE.UU. se tradujo, según cifras que ofrece la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en más de 65 millones de casos diagnosticados y más de 1,6 millones de muertes entre el 26 de febrero de 2020 –cuando se reportó el primer caso en Brasil– y el 31 de marzo de 2022. Con semejante urgencia y con una hucha muy tensa, era “entendible” que la atención a algunas enfermedades disminuyera y que el objetivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de eliminar 35 enfermedades transmisibles en la región para 2030 no se viera demasiado claro.

Precisamente una exhaustiva investigación de un equipo de esa organización, publicada recientemente por The Lancet, revela retrocesos, por ejemplo, en el combate contra la fiebre amarilla y la tuberculosis.

De la primera, que se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti –hizo estragos a principios del siglo XX entre los constructores del Canal de Panamá–, el informe refiere que entre 2019 y 2021 se reportaron casi 460 personas enfermas en Brasil, Perú, Bolivia, Venezuela y la Guayana Francesa. En mayo de 2022 todavía se confirmaban casos, varios de ellos fatales, en los tres primeros países mencionados. “La limitada disponibilidad de dosis de vacunas y los problemas causados por el covid-19 –dice el informe– impactaron de modo negativo” en la inmunización contra la enfermedad en toda la región.

Respecto a la tuberculosis, el marcador también añadió números. La incidencia escaló en 2020 hasta los 28,5 casos por cada 100.000 habitantes, casi un 4% más que en 2015, con más de la mitad de ellos en Brasil, México y Perú. La enfermedad respiratoria ocasionó unas 26.900 muertes, más de un 9% de incremento respecto a los fallecimientos por esa causa en 2015.

¿Factores que lo explican? De una parte, la mayor fiabilidad de los métodos de diagnóstico aplicados, y de otra, que la penetración del covid-19 orilló los tratamientos enfocados en la tuberculosis y afectó la cadena de suministros para las terapias contra este mal.

Verdaderos hitos sanitarios

No todo lo logrado, sin embargo, se fue por el desagüe. Los esfuerzos para la eliminación del cólera como problema de salud pública no se detuvieron en Haití ni en República Dominicana. En 2018, se reportaron casi 4.000 casos en el primer país y 118 en el segundo, pero ya en enero de 2019 había desaparecido la enfermedad.

En Haití, los esfuerzos contra el cólera se han visto perjudicados, no por la pandemia, sino por la guerra entre pandillas y el desplazamiento forzoso de población

La tendencia no varió durante los peores días del covid-19, a pesar del obstáculo que la pandemia supuso para los sistemas de vigilancia del cólera: de los más de 4.000 casos de diarrea notificados entre principios de 2020 y noviembre de 2021, el 99,4% dieron negativo al patógeno (el Vibrio cholerae).

Cabe aquí, no obstante, un paréntesis, pues desde octubre pasado, no ya por factores relacionados con la pandemia, se ha verificado un rebrote de la enfermedad. Esta vez, subraya Unicef, la causa es la ingobernabilidad del país, sumido en una guerra entre pandillas y episodios de acoso a la población civil, obligada a refugiarse en áreas sin suministro de agua potable ni adecuados sistemas de evacuación de residuos.

Otra enfermedad que se ha estado batiendo en retirada en la región incluso en los momentos más terribles del covid, es el sarampión. Toda América había sido certificada como libre del virus ya en 2016, pero desde entonces se informó de casos en 14 países, con brotes de menor o mayor relevancia. Todo indica que, en este momento, retrocede nuevamente: cifras de la OPS reflejan el sólido descenso de las infecciones en Brasil en los últimos tres años: de 20.900 casos en 2019 a más de 8.400 en 2020, y a unos 670 en 2021. Si se incluye toda América, solo EE.UU. (con 49 casos) y Guayana Francesa (5) acompañaban al gigante sudamericano en el listado del pasado año.

Por último, habría que destacar los hitos sanitarios de pequeños países del área, como Dominica, que en mayo de 2021 anunció la erradicación de la trasmisión perinatal del virus del sida y de la sífilis –en el Caribe, Cuba había obtenido la certificación de la OPS por ese logro en 2015, seguida por Anguila, Antigua y Barbuda, Bermudas, Islas Caimán, Montserrat y Saint Kitts & Nevis en 2017–. Para recibir la validación de que, efectivamente, se había eliminado esa transmisión, el país debió mostrar que ningún nacimiento se había visto afectado por la infección durante los cuatro años previos, lo que avala que, aun en medio de la pandemia, no bajaron la guardia.

Tres meses antes que Dominica, El Salvador hizo otro anuncio positivo, pero respecto a la malaria: se había convertido en el primer país centroamericano libre del flagelo, tras la puesta en práctica de un sistema de vigilancia epidemiológica y rastreo del virus que no decayó durante el azote del covid y que implicó no solo al personal sanitario, sino a residentes en las pequeñas comunidades. Estos aprendieron a hacer análisis de sangre a sus vecinos y a aplicar medidas eficaces para cortar rápidamente la trasmisión –aquí también por un mosquito–, como el reparto de mosquiteros, la depuración de las aguas estancadas, la eliminación de criaderos, la fumigación, etc.

Adaptando la atención y la distribución

Más allá del mantenimiento de los logros de salud en un contexto tan adverso, el azote del coronavirus ha presentado retos que han favorecido la creatividad, el cambio de enfoques y un plus de “elasticidad” para adaptarse a situaciones críticas y no tener que aparcar metas sanitarias irrenunciables.

Según los autores del informe publicado en The Lancet, “la pandemia también ha impulsado la adopción de innovaciones en la prestación de servicios sanitarios”, y citan entre estas la atención domiciliaria (ya en marcha en el 80% de los países de la región), la telemedicina (en el 76%), los nuevos enfoques de prescripción y dispensación de medicamentos –como las recetas de varios meses para la terapia antirretrovírica del VIH (44%)– y la integración de varios servicios en una sola consulta (28%).

Durante el azote de la pandemia, el Fondo Estratégico de la OPS contribuyó a coordinar y agilizar las entregas de suministros médicos a países de la región

Otras acciones, esta vez a nivel “macro”, han venido en auxilio de los programas nacionales de salud en los momentos más duros de la pandemia. Un ejemplo, las que ha realizado el Fondo Estratégico de la OPS, creado para coordinar entre los países miembros la entrega urgente de medicamentos y equipamiento allí donde se precise, y que tuvo ocasión de ejercitar músculo en esos días. Cuando Jamaica experimentó una escasez de antirretrovirales, causada por el estrés en la cadena global de suministros, Panamá y Brasil le hicieron rápidamente donaciones de estos fármacos. Cuando la propia Panamá y Belice vieron escasear sus existencias de cloroquina –medicamento vital en la prevención y la cura de la malaria– tuvieron el apoyo del Fondo, que tiene precisamente en Panamá un almacén regional con material para las emergencias. Solo en 2021, de sus instalaciones salieron medicamentos para el tratamiento de la leishmaniosis (en 7 países), el mal de Chagas (en 13) y la malaria (en 17).

Con estos y otros esfuerzos de coordinación y aporte en común, y con el adiestramiento que han ganado las organizaciones regionales, las instituciones médicas y los profesionales sanitarios al seguir dando guerra en medio de una pandemia que puso el planeta patas arriba, la meta de la OPS en el horizonte de 2030 parece totalmente factible.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.