Padres se unen para retrasar la edad del primer móvil

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Mientras los expertos discuten a qué edad es bueno regalar el primer móvil a los hijos, en Estados Unidos hay padres que han empezado a asociarse para unir fuerzas y superar presiones externas no siempre justificadas. En concreto, desmienten la falsa razón del “todos lo tienen”. Y proponen a otros padres que hagan un pacto entre ellos para contrarrestar las incesantes peticiones de sus hijos. Comenzó una madre de familia, Brooke Shannon, y el movimiento ha llegado ya a más de 2.000 familias en 500 escuelas repartidas por todo el país.

El argumento es muy clásico y se aplica a infinidad de cuestiones familiares: “soy el único de la clase al que no se le permite…”. Puede no ser así, pero sirve para arrancar los deseados permisos paternos: en este caso, disponer de smartphones, tabletas o consolas.

Entre los comprometidos con la iniciativa figuran sobre todo familias con más niñas que niños

Para evitar esa presión, una madre norteamericana lanzó la iniciativa Wait Until 8th, que propone a los padres el compromiso de no regalar a los niños un smartphone hasta, al menos, el octavo curso (13-14 años). Los firmantes se responsabilizan de implicar a otros padres de la clase de su hijo; lo ideal es que se unan como mínimo otras diez familias. Además, los promotores de la iniciativa han creado una red de apoyo para los padres que lo deseen.

Aunque no tendría necesariamente que ser así, lo cierto es que entre los comprometidos con la iniciativa figuran sobre todo familias con más niñas que niños. Da la impresión de que a los padres les preocupa más la adicción tecnológica de sus hijas… explicable, entre otras cosas, por el mayor riesgo de anorexia y otras preocupaciones asociadas a la imagen. Lo cuenta la diseñadora Anna Rabinowicz, que utiliza con frecuencia la tecnología en su trabajo, pero quiere proteger a sus hijos de lo que aparentemente es una vida perfecta. Su madre era productora de televisión y de niña no le dejaba verla. Al cabo del tiempo, ha comprendido que tenía razón.

Los promotores del pacto Wait Until 8th han abordado otro posible escollo: los hijos pueden aducir lo que pasaría si tuvieran urgencia de llamar a casa… Pero, para eso, basta con un modelo elemental de móvil, sin acceso a Internet ni cámara, una opción que resulta atractiva incluso para algunos adultos.

No acortar la infancia

En los datos oficiales sobre rendimiento académico en Estados Unidos, se advierte en los últimos años un descenso en lengua y escritura, aunque no en matemáticas. Algunos lanzan la hipótesis de la posible influencia negativa del exceso de pantallas en la escuela, en la familia y en el conjunto de la sociedad. El déficit de atención afectaría más a la lectura –justamente por la presencia de los aparatos en todos esos ámbitos– que a las matemáticas, que prácticamente solo se trabajan en el centro escolar.

Los firmantes se responsabilizan de implicar a otros padres de la clase de su hijo; lo ideal es que se unan como mínimo otras diez familias

Es pronto aún para disponer de conclusiones científicas sólidas, incluido el balance de las prohibiciones generales, como las establecidas hace un año en Francia por el gobierno de Emmanuel Macron. Pero hay motivos para reconsiderar la despreocupación con que muchos docentes se lanzaron al uso de la tecnología en la escuela: un instrumento en principio útil puede estar provocando problemas. Desde luego, afectaría a la atención de quien lee, no por obligación, sino para disfrutar. Se une a otras adicciones y obsesiones psico-sociológicas, lo que ha provocado que algunas escuelas reacciones con experiencias de “desintoxicación” digital, como la llevada a cabo en un colegio británico.

En cualquier caso, señala la página web de Wait Until 8th que “estos dispositivos están cambiando rápidamente la infancia de los niños”. En efecto, “jugar al aire libre, pasar tiempo con amigos, leer libros y estar con la familia son actividades postergadas para ganar horas que dedicar a Snapchat, Instagram o YouTube”. Y añade Brooke Shannon: “Dejemos a los niños ser niños un poco más”.

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