Natalidad

Un libro que recoge testimonios de mujeres con cinco o más hijos revela los motivos de su decisión, y da pistas para crear políticas natalistas efectivas.
La decisión de no tener hijos deja, en los potenciales abuelos, unas “víctimas colaterales” que deben buscar una salida a su deseo truncado.
La capital japonesa reducirá el tiempo de trabajo de sus funcionarios para intentar impulsar la tasa de natalidad, pero otros factores pueden seguir obstaculizando el empeño.
A partir de la experiencia personal del director, un reciente documental aborda el proceso de duelo por la muerte de los neonatos.
Más población, no menos, es la receta para combatir la discriminación, la desigualdad económica o el cambio climático, causas prioritarias de la izquierda.
Cada vez más países adoptan políticas para impulsar la natalidad, ante un horizonte de población envejecida y menor capacidad de innovación.
Un congreso nacido de la sociedad civil en Italia recalca que la natalidad es una causa común, y el Papa le dirige un discurso con una llamada a poner en marcha medidas serias a favor de la familia.
El número de nacimientos se encuentra en mínimos históricos. Aunque el asunto está en la agenda política, faltan medidas concretas para abordarlo a largo plazo.
No habrá renacimiento demográfico hasta que no reconozcamos que la principal causa de la falta de hijos es una mentalidad individualista.
Un metaestudio conducido por la Universidad de Navarra destaca la efectividad de la recanalización tubárica: dos de cada tres intervenidas vuelven a concebir, más que con la reproducción asistida.
Frente a las ideas de los “no kids”, una madre de tres hijos asegura que “ningún argumento teórico habría podido convencerme de renunciar a la maternidad”.
El gobierno danés autorizó décadas atrás la implantación de dispositivos anticonceptivos a miles de mujeres inuits; hoy, varias de ellas reclaman justicia.
Rusia es un caso extremo del declive de la natalidad que también se da en Europa occidental.
Varias universidades católicas de EE.UU. cuentan con programas de apoyo a estudiantes embarazadas, para que no abandonen su formación ni, en casos extremos, recurran al aborto.
Ante el descenso de la natalidad, distintos países ensayan políticas para fomentarla, pero se muestra difícil actuar sobre los factores sociales y culturales que llevan a no tener hijos.
Los paquetes de ayuda frente al marasmo económico propiciado por el covid-19 evitaron, al menos en EE.UU., un persistente retroceso de la natalidad.  
Muchos países han vuelto al ritmo de descenso que llevaban antes, pero los nórdicos han subido y tienen ahora más nacimientos que antes del covid-19.
La decisión de no tener hijos empieza a defenderse no como mera preferencia personal, sino como un imperativo ético que muchos deberían imitar.
Razones económicas o de independencia personal pueden incidir en que se retrase el momento de tener hijos, con consecuencias inciertas.

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