Una educación sexual deficiente

publicado
DURACIÓN LECTURA: 4min.

El tipo de educación sexual que se despacha en las escuelas no ayuda a resistir las presiones externas ni a reforzar el autodominio

Las respuestas de los jóvenes sobre la presión ambiental para iniciar relaciones sexuales ponen en cuestión el enfoque de buena parte de los programas de educación sexual que se despachan en la escuela. Por lo general, estos programas dan por supuesto que los jóvenes desean tener relaciones sexuales cada vez más precoces y que de hecho ya las están teniendo. Por eso su única preocupación es enseñar el manejo de los anticonceptivos para evitar embarazos indeseados.

Pero ese tipo de información sexual margina cuestiones importantes. No ofrece recursos para saber decir que “no” a jóvenes que de hecho preferirían esperar y que después, como ellos reconocen, se arrepienten y piensan que no han actuado con libertad. No refuerza el autodominio de los jóvenes, frente a situaciones que no han aprendido a controlar. Les desorienta haciéndoles creer que si no tienen relaciones sexuales tempranas son raros, porque todo el mundo lo hace. Y ni se plantea la educación de la afectividad, para aprender a controlar los sentimientos y a inculcar el respeto hacia la otra persona. No es extraño que este tipo de educación sexual haya obtenido tan escasos resultados, aunque una y otra vez las autoridades se empeñen en dar “más de lo mismo”.

Pero están surgiendo grupos de padres que plantan cara a esta educación impuesta a sus hijos. La iniciativa NYC Parents’ Choice Coalition ha surgido en Nueva York como plataforma de oposición al nuevo reglamento que ha introducido en los institutos un módulo de clases de educación sexual que tiene que ser impartido obligatoriamente y que duraría un semestre. Lo recibirían los alumnos de entre 11 y 13 años, y también los de 16 a 18. Bloomberg, alcalde de Nueva York, ya ha precisado que los padres podrán decidir que sus hijos no asistan a esas clases. Los que sí asistan contarán con visitas a clínicas de “planificación familiar”, explicaciones sobre métodos anticonceptivos e incluso una visita a farmacias para evaluar la calidad de los distintos preservativos.

Para los portavoces de Parents’ Choice, no se trata de evitar cualquier tipo de educación sexual, sino precisamente de no poner a las familias en la situación de elegir entre ese tipo de educación o nada. En todo caso, proponen, lo lógico será que sean los padres los que se encarguen de proporcionar a los hijos la información que crean adecuada a su edad y al desarrollo particular de cada uno.

Además, en todos los estudios sobre la educación sexual de los jóvenes, los padres siempre aparecen como la instancia en quien más confianza tienen los adolescentes para resolver este tipo de cuestiones. Según el estudio With One voice 2010, la opinión de los padres es la que más valoran gran parte de los jóvenes (46%) en lo que se refiere a su conducta sexual, por encima de los amigos (20%), los líderes religiosos (7%), los hermanos (5%), los medios (4%) y los profesores (4%). Las chicas confían más en los padres (51%) y menos en los profesores (2%).

La alternativa de la abstinencia
La nueva reglamentación sobre educación sexual en Nueva York viene precedida por la polémica acerca de la financiación pública de programas de prevención de embarazos y de abortos basados en la abstinencia. Estos programas se han hecho bastantes populares, aunque las presiones políticas hayan provocado que 17 estados los hayan rechazado.

Sin embargo, a juzgar por las encuestas, existe un acuerdo mayoritario en la sociedad norteamericana a favor de los mensajes pro-abstinencia. Según With One Voice 2010, el 87% de los jóvenes y el 93% de los adultos considera importante que los adolescentes y jóvenes reciban un mensaje sólido de que no deben mantener relaciones sexuales por lo menos hasta terminar la educación secundaria (18 años), aunque la mayoría –sobre todo entre los adultos– también desee para los jóvenes algo de formación en materia de anticonceptivos. Al valorar el mensaje de la abstinencia, se observa en todos los estudios una mayor aceptación entre las chicas que entre los chicos.

Según la misma encuesta, el 93% de las chicas y el 88% de los chicos preferirían tener novio o novia sin mantener relaciones sexuales a lo contrario. Para algunos analistas, este tipo de respuestas marcan la diferencia entre la juventud real y la que presenta la televisión.

Los padres también lo tienen claro: solo el 3% declaran que se sentirían bien si supieran que sus hijos jóvenes (hasta los 17) están manteniendo relaciones sexuales; un 21% “lo aceptaría” pese a no aprobarlo, y un 62% se sentiría disgustado. Cuando se trata de una hija, los que lo aceptarían se quedan en el 13%, mientras que un 69% de los padres se sentiría disgustado.

Si de lo que se trata es de reducir los abortos, objetivo común de todos los que se dedican a la salud sexual de los jóvenes, las políticas centradas en la abstinencia parecen dar más resultados. Según Lifenews –un portal de noticias provida–, un estudio de los CDC de Estados Unidos demuestra que el descenso del aborto entre 2000 y 2005 en los estados que aceptaron los programas basados en la abstinencia fue del 23,1%, mientras que en los demás estados el número de abortos solo se redujo un 7,5%.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.