Las otras potencias emergentes

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Brasil, Rusia y México completan, junto a India y China, el bloque de los países emergentes con más capacidad para cambiar el escenario económico global, dado su enorme potencial demográfico. También allí los gobiernos han percibido la decisiva importancia del sistema universitario para el desarrollo, y han dedicado grandes cantidades de dinero a financiarlo. Por otra parte, comparten con India y China algunos de los problemas de calidad del sistema educativo.

Rusia: problemas de profesorado
La población rusa es una de las más educadas del mundo, al menos en cuanto a títulos. Nueve de cada diez jóvenes de 25 a 34 años cuenta con un título por encima de la secundaria, y un 54% ha terminado una carrera universitaria o un curso equivalente (la media de la OCDE es del 38%). Muchos de los graduados en secundaria optan por programas técnicos o profesionales.

Le asemejan a China dos indicadores: la desproporción entre lo invertido en la universidad y el gasto en las etapas anteriores de la educación, y la poca calidad de la educación obligatoria, puede deberse también al bajo número de horas lectivas (aunque hay que recordar que Finlandia, el mejor país de Europa en las pruebas PISA, tiene uno de los años escolares más cortos).

Sea por lo que fuere, los resultados de los alumnos rusos en el informe PISA 2009 estuvieron muy por debajo de la media de la OCDE en las tres pruebas: lectura (puesto 44 de 66), matemáticas (39) y ciencias (40). Dentro del continente europeo, solo Serbia, Rumanía, Bulgaria, Montenegro y Albania obtuvieron peores resultados.

Algunos de los principales problemas de la educación superior rusa (aparte del descuido de las etapas previas) tienen que ver con los profesores. Los bajos sueldos no consiguen atraer a los mejores candidatos. Por otra parte, el igualitarismo imperante en la carrera docente no fomenta la innovación pedagógica.

En Brasil la Universidad está dejando de ser la prerrogativa de una élite social

El desconocimiento del inglés por una buena parte del profesorado es otra barrera para la investigación. Para romper esta falta de incentivos, algunas de las instituciones educativas más importantes del país han puesto en marcha ciertas medidas. El Instituto Nacional de Relaciones Internacionales de Moscú, la escuela más prestigiosa del país, elabora desde 2007 un ranking de sus profesores según la cantidad y calidad de sus publicaciones, conferencias o logros académicos. En la Higer School of Economics, estos logros incluso se ven reflejados en el salario.

A pesar de sus defectos, las universidades rusas son las que más están creciendo en la capacidad para atraer alumnos extranjeros: un 4% ya las escoge como destino, el porcentaje más alto de todos los BRIC y el séptimo del mundo.

Brasil: universidades privadas para los desfavorecidos
La educación universitaria en Brasil comparte algunos defectos de crecimiento con la de otros BRIC.

Históricamente, el gran lastre de la universidad en Brasil ha sido la pobre calidad de la escuela primaria y secundaria. Sin embargo, en los últimos años la inversión pública ha centrado su atención en estas etapas, al contrario que en India, Rusia o China. De 2000 a 2005, el gasto por estudiante creció un 150%, mientras que el de los universitarios apenas varió.

La tasa de escolarización a los 6 años (92%) ya se encuentra cerca de la media. Esto constituye una conquista de los últimos años: en 2005, el porcentaje apenas superaba el 80%. También ha aumentado la proporción de los que siguen estudiando después de la educación obligatoria. Los que llegan a la universidad siguen siendo pocos, el 12% de los jóvenes de 25 a 34 años, pero el auge de las universidades privadas está abriendo las aulas cada vez más a la clase media.

Un artículo en The Economist explica cómo la universidad está dejando se ser un coto privado para una élite social. Hasta hace poco, la mayor parte de los alumnos que acudían a las universidades públicas (las más prestigiosas) procedían en su mayoría de la clase social más alta, habían estudiado en colegios privados y copaban después los puestos de trabajo mejor remunerados. Como en Brasil el título universitario crea una enorme brecha en el salario, la siguiente generación de ricos volvía a sacar ventaja, mientras que a los demás les resultaba difícil acceder a la universidad.

En México solo el 54% de la población de 15 a 19 años está matriculada en algún tipo de enseñanza

Contrariamente a lo que sucede en otros países, es el auge de las universidades privadas lo que está rompiendo la segregación socioeconómica en la educación superior brasileña. Aunque las públicas siguen siendo mejores, el título de algunas privadas ya supone duplicar el sueldo. La ventaja no es tan grande como la que da un título de una universidad pública, pero es importante para incrementar la movilidad social.

Para fomentarla, las autoridades están ofreciendo beneficios fiscales a los centros privados que reserven el 10% de sus plazas para alumnos especialmente desaventajados por su entorno socioeconómico. No obstante, como las mejores carreras de ingeniería y ciencia siguen estando en las universidades públicas, la presidenta Rouseff firmó el pasado agosto una ley que las obliga a reservar la mitad de sus plazas a estudiantes de colegios públicos. Además, establece una cuota para las minorías raciales, según su representación en el censo del distrito donde se encuentre la universidad.

México: Muchos jóvenes abandonan
Al igual que en los BRIC, el gran mal de la educación superior en México son las etapas anteriores. Las personas de 25 a 34 años con educación posobligatoria son el 82% de media en la OCDE, mientras en México la tasa se queda en un 44%, casi 10 puntos por debajo de Brasil, país con peor calidad educativa (según los resultados PISA) pero que está consiguiendo retener a más jóvenes en los estudios.

De los que avanzan más allá de la secundaria, una proporción relativamente elevada (superior a la media de la OCDE) alcanza un nivel de estudios terciario, fundamentalmente carreras universitarias, ya que los estudios profesionales y técnicos no son muy populares en el país.

Con todo, solo un 54% de la población de 15 a 19 años está matriculada en cualquier tipo de educación. México es uno de los países de la OCDE con mayor proporción de “ninis”, jóvenes que ni estudian ni trabajan: casi uno de cada cinco, con una incidencia tres veces mayor en las mujeres que en los hombres. Muchas jóvenes abandonan la educación para formar una familia a edad temprana, los esfuerzos de sucesivos gobiernos no han conseguido rebajar la tasa de mujeres “ninis”: 42,6% en 1998; 37,2% en 2010. No obstante, peor han ido los hombres, en los que el porcentaje de “ninis” casi se dobló de 2001 a 2010 (de 6% a 11%).

Uno de los “problemas” para el sistema educativo mexicano es que el mercado laboral absorbe prácticamente a todos los que quieran trabajar, sea cual sea su cualificación. De hecho, la tasa de desempleo es mayor para los que han conseguido un título superior (5%) que para los que se quedaron en secundaria (4%). Los sueldos, eso sí, son bastante más cuantiosos para el primer grupo. Con todo, la tentación de abandonar la educación es muy fuerte.

El gobierno ha aprobado en los últimos años dos decretos que convierten en obligatoria la educación pre-escolar (2009) y la secundaria de segundo ciclo.

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