A quien no siga de cerca el debate pedagógico, el término student-centered education quizás le suene a chino. Sin embargo, este eslogan resume toda una teoría que ha dominado los “pensaderos” educativos desde hace al menos cincuenta años, con consecuencias bien prácticas, y no solo en las leyes o los programas oficiales, sino también en el día a día de las escuelas.
Aunque el término se presta a matices, y no todo el mundo entiende lo mismo por él, la “educación centrada en el alumno” aboga por que el proceso de enseñanza se guíe por los intereses, la base de conocimientos previa y el perfil sociocultural propio de cada estudiante. De esta forma, todos los aprendizajes resultarían “significativos” (un término muy querido en este discurso); …
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