Según la definición técnica, el fracaso escolar consiste en abandonar los estudios antes de obtener el título de secundaria obligatoria. De ahí que, en la práctica, apenas se “fracase” en Primaria, puesto que los que dejan las aulas en esa etapa son muy pocos. Lo que sí se da es la repetición de curso, y este no es un hecho baladí: todos los informes internacionales están de acuerdo en que el factor que mejor predice el futuro abandono de las aulas es, precisamente, el hecho de haber repetido.
Así pues, la tasa de idoneidad (el porcentaje de alumnos matriculados en el curso que les correspondería por edad) es un dato muy relevante para evaluar cualquier sistema educativo. Informes como PISA han señalado repetidamente que este es uno de los “puntos flacos” de la educación española: casi un tercio de los estudiantes de 15 años ha repetido curso, por solo uno de cada ocho en el conjunto de la OCDE. Lo que no dice PISA (ya que ofrece una foto fija del alumnado a esa edad) es que en España, de todos los alumnos que han repetido, prácticamente la mitad lo hicieron por primera vez en Primaria.
Vivir con los dos padres y tener hermanos está asociado a obtener mejores puntuaciones
Los expertos cada vez coinciden más en que la repetición debe ser una medida extraordinaria, y que cuando se generaliza suele acarrear más perjuicios que beneficios. Estos efectos negativos se notan más cuando se repite en Primaria. Un estudio centrado en la competencia lectora de los estudiantes de 4º señalaba que la mitad de los repetidores no alcanzaba siquiera el nivel medio de comprensión después de repetir curso, de lo que cabe concluir la poca efectividad de la medida tomada. Otros análisis también perciben consecuencias negativas en la habilidad matemática y la percepción de la propia capacidad cognitiva del repetidor.
Una estabilidad preocupante
Rafael Feito, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, presentó recientemente una investigación sobre la evolución de las tasas de idoneidad durante la última década en España. La ponencia –que se puede encontrar como anexo en los Indicadores comentados sobre el sistema educativo español 2019 (Fundación Europea Sociedad y Educación)– destaca que, mientras la repetición ha ido descendiendo en Secundaria (11 puntos porcentuales menos), apenas ha variado en Primaria (un punto y medio menos).
Con datos del Ministerio de Educación, Feito compone una tabla que muestra cuál ha sido la tasa de idoneidad en la última década a los 8, 10, 12, 14 y 15 años. Teniendo en cuenta que solo se puede repetir una vez durante toda la Primaria (y, por tanto, cada descenso de la tasa durante esta etapa significa que se suman nuevos repetidores), resulta fácil observar en qué cursos se está produciendo la repetición, y cómo ha evolucionado este fenómeno en los últimos años.
En Primaria se observan unos patrones fijos. Entre las promociones que han ido completando esta etapa en la última década (el Ministerio de Educación solo da datos hasta el curso 2016-17), a los ocho años (2º o 3º de Primaria) ya había en torno a un 7% de repetidores. Después, cada dos cursos la tasa aumenta cuatro puntos, hasta llegar al 15% al final de 6º. Es cierto que en los dos cursos siguientes –los primeros de Secundaria–, el porcentaje crece casi tanto como en todos los anteriores, pero hay que tener en cuenta que en esta etapa ya se puede repetir en cada curso, aunque solo una vez. En cualquier caso, que uno de cada siete alumnos haya perdido un año en Primaria resulta preocupante.
Los informes señalan que las habilidades y actitudes adquiridas por el alumno antes de empezar Primaria son claves para evitar la repetición
Además, la brecha de los chicos con respecto a las chicas en cuanto a la repetición, que se ensancha definitivamente en los primeros cursos de Secundaria, se manifiesta ya en Primaria.
Receta para triunfar en Primaria
Varios estudios han analizado qué factores están relacionados con el éxito en Primaria. Algunos señalan la importancia de determinados rasgos del carácter del estudiante: la confianza en los talentos propios, la capacidad de esfuerzo y para trabajar de manera autónoma, o una alta motivación intrínseca; rasgos que pueden ser innatos, o bien adquiridos gracias al estilo de crianza de los padres, pero que, en cualquier caso, los alumnos suelen llevar ya “en la mochila” cuando llegan a Primaria.
Otros informes se centran en factores más fácilmente medibles a través de estadísticas. En concreto, algunos se sirven de las bases de datos que ofrecen distintas pruebas estandarizadas tipo PISA, pero para Primaria. Por ejemplo, uno elaborado por Anghel Brindusa y Antonio Cabrales, y publicado en 2014 en la Revista de Evaluación de Programas y Políticas Públicas, analiza los resultados de la prueba CDI (Competencias y Destrezas Indispensables) que los estudiantes de 6º de Primaria de la Comunidad de Madrid realizan cada año. Los autores toman los datos de una edición en que, junto a las propias pruebas, los examinados y sus familias tuvieron que completar un cuestionario con datos personales.
Comparando estos datos con las notas, el informe identifica qué factores son relevantes para el éxito académico y cuáles no. Entre los primeros, destacan dos “viejos conocidos” de la investigación educativa. Por un lado, el estatus socioeconómico (ESE) de la familia, medido según el nivel de estudios y la profesión de los padres: cuanto más alto sea, más probabilidad de obtener buenas calificaciones. Por otro, el sexo del estudiante: las chicas sobresalen en las competencias lingüísticas y los chicos en las matemáticas.
Pero, además, el estudio ofrece otras conclusiones menos habituales en la literatura científica sobre el tema. Por ejemplo, que vivir con los dos padres y tener hermanos está asociado a obtener mejores puntuaciones, incluso descontando el efecto del ESE familiar. Otro factor que influye positivamente en las notas es el número de actividades organizadas por la asociación de madres y padres de alumnos. En cambio, ni el número de alumnos por clase, ni la titularidad del centro (público, concertado o privado) parecen influir en los resultados.
Lo mismo ocurre con el porcentaje de alumnos extranjeros en el aula. Sin embargo, bajo este dato se esconde una importante heterogeneidad por nacionalidades: mientras que los que proceden de Rumanía obtienen mejores resultados que los nacionales en casi todas las pruebas, y los de origen chino destacan en matemáticas pero suspenden en competencias lingüísticas, los latinoamericanos son el grupo con peores notas en todas las pruebas.
Educación preescolar y mezcla de ricos y pobres
Otro estudio, publicado este año por la Fundación Europea Sociedad y Educación, llega a conclusiones similares. En este caso, se analizan las notas de estudiantes de toda España en dos pruebas internacionales realizadas por alumnos de 4º de Primaria: TIMMS (sobre conocimientos matemáticos y científicos) y PIRLS (capacidad lectora), y se comparan con los de otros países participantes. El análisis se centra en los alumnos llamados “resilientes”: aquellos que consiguen buenos resultados a pesar de proceder de entornos socioculturales desaventajados.
De los alumnos que han repetido al acabar la ESO, prácticamente la mitad lo hicieron por primera vez en Primaria
Una vez más, el sexo de los estudiantes y el nivel cultural de las familias vuelven a ser muy relevantes en general (la excepción a lo primero es Alemania, mientras que en Portugal el ESE no parece tan influyente). No obstante, el factor que el estudio destaca por encima de los demás es la adquisición de ciertas habilidades antes de empezar Primaria: contar y medir magnitudes para las pruebas científicas y ser capaz de leer frases para la lectura. Los autores señalan que los niños que provienen de niveles socioeconómicos altos tienen más probabilidad de llegar a primero con estas capacidades, por lo que empiezan con una importante ventaja. Por ello, el estudio recomienda extender la educación preescolar, y prestar especial atención a las familias con menos recursos.
La otra gran propuesta de los autores es evitar la segregación de ricos y pobres en distintas aulas, pues existe una correlación clara entre la concentración de alumnos con bajo ESE y unos resultados malos en todas las pruebas.