El auge de los diarios, el género del yo

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La exclusiva mirada al yo en tantos frentes ha tenido en las últimas décadas una faceta literaria muy positiva. Nunca se habían publicado tantos libros de diarios y de memorias. Si antes era un género colateral y subsidiario tanto en el mundo editorial como en la producción de los autores, ahora lo memorialístico se ha convertido en una moda. Los diarios se presentan, además, como el género que mejor define este tiempo fragmentario.

La escritura de diarios ya no es una actividad privada y secreta del escritor, que realizaba una metódica acta notarial de su vida, como así ha sido durante tanto tiempo. El diario autobiográfico, íntimo y literario, se ha posicionado como género autónomo e independiente que compite con la ficción y se aprovecha de sus virtualidades. En el caso de algunos autores, su entrega a los diarios es perseverante y obsesiva, y han depositado en ellos todas sus capacidades literarias. Los diarios tienen una vertiente íntima de exploración de las propias emociones que resulta, además, muy novedosa en la literatura contemporánea.

Un género caleidoscópico

Los diarios ya están plenamente insertados en el sistema literario. Es uno de los géneros de la modernidad y donde más aparecen los temas que preocupan al hombre de hoy, desarrollados de diferentes formas narrativas, pues admiten todo: desde la anotación breve al aforismo, pasando por la glosa, la crítica literaria, el dardo envenenado, el desahogo colérico, la crónica, el discurso filosófico y cultural, la peripecia sentimental…

De manera parcial, conocemos las opiniones del autor sobre tal tema, tal cuestión, tal sucedido. Abundan los momentos poéticos, las impresiones cotidianas, las descripciones literarias y las reflexiones librescas. Todo –hasta lo más intrascendente– contribuye a mostrar, como en un caleidoscopio, diferentes aspectos de la intimidad de un autor transformado en protagonista y analista tanto de su propia vida como del devenir del mundo.

Referencias inexcusables

Es una realidad que los diarios clásicos de Samuel Pepys, Henri-Fréderic Amiel y Benjamin Constant consiguieron revolucionar el género y determinaron su evolución posterior. En los diarios que se escriben a finales del siglo XIX y comienzos del XX (Jules Renard, Tolstói, Léon Bloy, Paul Léautaud…), el momento crucial de su consolidación como género, se da una mezcla de objetivos literarios: plasmar el testimonio documental de una época y mostrar los pliegues de la intimidad de cada uno de los autores, a menudo escritores de primera línea. Para la mayoría de ellos, el diario no es sin embargo su especialidad literaria más conseguida, y lo cultivan como actividad secundaria.

Son muchos los autores que escribieron diarios de una excelente calidad, especialmente a lo largo del siglo XX, cuando el género adquiere, más o menos, sus características actuales: Franz Kafka, Katherine Mansfield, Virginia Woolf, Thomas Mann, John Cheever, Sylvia Plath, Sándor Márai… En el caso español, la nómina también es interesante y generosa: Unamuno, Azorín, Baroja, Alejandro Sawa, Rafael Cansinos Assens, Salvador Dalí, Carlos Morla Lynch, Agustín de Foxá, Max Aub, Rosa Chacel…

Maestros contemporáneos

Por su destacada influencia, sobresalen de manera especial dos autores, claves para la evolución y consolidación de este género en la península ibérica: el portugués Fernando Pessoa y el catalán Josep Pla.

Fernando Pessoa (1888-1935) es el autor de una obra desbordante e inclasificable, Libro del desasosiego, que fue publicada en 1982. Salvo unos pocos pasajes que aparecieron en revistas de escasa difusión, Pessoa no preparó ninguna edición definitiva de este libro inacabado, compuesto de notas, apuntes, reflexiones… de contenido muy variado y que escribió durante toda su vida. Cuando murió en 1935, se encontraron en un baúl más de 25.000 fragmentos. “En estas impresiones sin nexo, ni deseo de nexo, narro indiferentemente mi autobiografía sin acontecimientos, mi historia sin vida”, escribe en una de esas anotaciones.

Josep Pla (1897-1981) frecuentó el género del diario durante toda su vida, no solamente en El cuaderno gris, que se publicó en catalán en 1966. Lo comenzó a escribir en 1918, el día que cumplió 21 años, y lo finalizó algo más de un año después. Maneja una prosa natural, realista, atenta al detalle, donde destaca su facilidad para captar el aire de toda una época.

Inquietudes intelectuales

Hay diarios interesantes en la posguerra y durante el franquismo, como los de Carlos Barral, Ramón Gaya, César González Ruano, José Antonio Muñoz Rojas, Dionisio Ridruejo, Miguel Delibes, Jaime Gil de Biedma, Francisco Umbral… Pero es en el último tercio del siglo XX cuando más proliferan los autores de diarios, ya como género con su propio recorrido literario.

Es el caso, por ejemplo, de los diarios de José Jiménez Lozano (1930-2020), que muestran sobre todo sus inquietudes intelectuales y existenciales, que aborda con profundidad. En este sentido, pone el acento en las ideas, y son menos íntimos y “literarios” que los diarios de otros escritores. El autor abulense reflexiona sobre la vida y la realidad, bien a partir de una lectura o a propósito de un programa de televisión o de una conversación con un amigo. Como novedad, destaca su apertura a la trascendencia y su crítica a las actitudes que arrinconan la cultura cristiana.

La perseverancia de Trapiello

Los diarios de Andrés Trapiello se han convertido también en una referencia para otros escritores. Publicó en 1990 su primer volumen, El gato encerrado, y hasta la fecha han aparecido ya veintidós. A sus diarios les ha dado el título genérico de Salón de pasos perdidos, y todos incluyen al inicio una cita de Galdós tomada de su novela Fortunata y Jacinta: “Por doquiera que el hombre vaya, lleva consigo su novela”.

Asombra la versatilidad de estos diarios. Trapiello domina variados y distintos registros literarios. Esto le permite cambiar de temas constantemente, sin rebajar la calidad y eficacia estilística. Al contrario, con estos cambios ganan en variedad y amenidad. Como hace en el último de los volúmenes publicados, Diligencias (Pre-Textos, 2019), suele incluir realistas y divertidos cuadros de costumbres; aparecen emotivas estampas paisajísticas y poéticas, muchas de ellas relacionadas con sus estancias en su casa en el campo extremeño. Y muchísimas observaciones que tienen que ver con su trabajo como escritor.

Otras voces, otros ámbitos

El mallorquín José Carlos Llop es otro autor que durante una temporada frecuentó asiduamente el género de los diarios. En Aceprensa se reseñó el volumen La escafandra, el quinto de ellos. Llop se muestra en estos diarios como alguien cercano y familiar. Habla de su vida, su hogar, sus preocupaciones, sus sentimientos, su trabajo como escritor. Su estilo es lírico, irónico y escéptico, pero siempre con un tono amable, nada cáustico.

El diario se ha posicionado como género autónomo e independiente que compite con la ficción y se aprovecha de sus virtualidades

Miguel Sánchez-Ostiz fue de los pioneros en el renacimiento de los diarios a finales del siglo XX y los sigue publicando en la editorial Pamiela. Si suele destacarse de sus novelas el tono comprometido y testimonial, en los diarios su sinceridad es radical. En ellos sobresale su conflictivo análisis del yo y su crispada relación consigo mismo y con lo que le rodea, además de su apasionada y convulsa dedicación a la literatura. Los momentos más o menos coléricos se alternan con pasajes poéticos y muy íntimos.

Otro de los diaristas más perseverantes es José Luis García Martín, catedrático en la Universidad de Oviedo, poeta, crítico literario y director de la revista Clarín. García Martín suele hablar de sus lecturas y de su actividad como crítico literario (“objetiva con los enemigos y lo más implacable que puedo con mis amigos”), que exhibe en ocasiones de forma ácida y despiadada, con comentarios sarcásticos sobre la vida literaria, las personas con las que se relaciona y con la política. Este autor no utiliza precisamente el diario para hacer amigos. Pero se agradece su radical sinceridad y transparencia en sus juicios no solo literarios.

Una generosa variedad

Los diarios de Iñaki Uriarte han sido toda una sorpresa y han recibido muy rápido el reconocimiento de la crítica y de otros escritores de diarios (menos de José Luis García Martín). También aquí el tema de los diarios es su vida, nada aventurera: lecturas, intrascendentes asuntos domésticos, viajes, encuentros, amistades… “Esto no es un acta notarial de mi vida. Ni un testimonio exhaustivo. Ya he dicho alguna vez que no pasa de un tráiler”. En Uriarte llama la atención la naturalidad, el escepticismo y la independencia con la que afronta su vida como escritor alejado deliberadamente de un mundo literario que no necesita para nada. Sus entradas, sin grandilocuencias, ayudan a reflexionar sobre los aconteceres diarios, siempre apoyados en una suave ironía y en sutiles observaciones vitales y literarias.

Los diarios publicados hasta ahora por Enrique García-Máiquez, Lo que ha llovido, El pábilo vacilante y Un largo etcétera, tienen la novedad de proceder directamente de lo que el autor publicó en su momento en su blog Rayos y truenos. El autor es consciente de que, gracias al blog, “me he podido sentir escritor todos los días y no de higos a brevas o a salto de musa”. El blog comparte muchas características con el diario y el dietario, aunque en el blog se pueden remarcar más la inmediatez y actualidad. Muchas veces son pequeños apuntes, breves ideas, chispazos poéticos o existenciales, la punta de lanza de una reflexión más extensa que el autor está trabajando en un poema, en una crítica, en un ensayo.

Con el título Virutas de taller, apareció en 2007 el primer volumen de los diarios de Miguel d’Ors. Después ha publicado tres volúmenes más, el último en 2020 y con el título Penúltimas virutas de taller. Su contenido es muy variado: la reflexión poética, la crítica literaria y sus observaciones sobre la poesía actual y la política. Sobresale su sentido de la trascendencia, su independencia de juicio y su ironía inteligente.

Avalancha de autores

Una cierta edad, el primer diario de Marcos Ordóñez, escritor y crítico teatral, incluye recuerdos, crónicas breves, apuntes, microrrelatos, pequeños poemas, humoradas, pensamientos sobre la escritura, el teatro y otras artes; retratos de escritores preferidos, notas de lectura y de paseos.

También resultan brillantes los de Gabriel Insausti. En Cámara oscura, lleva al primer plano su vida entregada a la literatura y a las humanidades. Escritor, profesor y traductor, los diarios le permiten reflexionar de manera tranquila sobre su mundo interior y sus inquietudes literarias, aunque también aparecen los asuntos domésticos y una catarata de recuerdos personales que se mezclan con sus reflexiones sobre el mundo que le rodea, con especial rechazo a las imposiciones de lo políticamente correcto.

En la actualidad, la nómina de diaristas españoles es extensa y sigue creciendo: Antonio Muñoz Molina, Enrique Vila-Matas, Valentí Puig, José Mateos, Laura Freixas, Felipe Benítez Reyes, Antonio Martínez Sarrión, Elvira Lindo, Karmelo Iribarren, Ignacio Vidal-Folch, Andrés Sánchez-Robayna, Arcadi Espada, Salvador Pániker, Ignacio Gómez de Liaño, Manuel Jabois, Jerónimo Molina…

Voces hispanoamericanas

Y merece la pena destacar los diarios que proceden de la literatura hispanoamericana, de gran calidad y algunos de ellos muy leídos: Bioy Casares, Salvador Elizondo, Héctor Abad Faciolince, Alejandra Pizarnik…

El peruano Julio Ramón Ribeyro (1929-1994) es el autor de La tentación del fracaso, volumen que reúne sus diarios desde 1950 a 1978. Ribeyro es un escritor que tiene una alta consideración estética del género del diario íntimo, que ha abordado con la misma intensidad que el resto de su producción literaria: “El diario se convirtió para mí en una necesidad, en una compañía y en un complemento a mi actividad estrictamente literaria. Más aún, pasó a formar parte de mi actividad literaria, tejiéndose entre mi diario y mi obra de ficción una apretada trama de reflejos y reenvíos”.

El argentino Ricardo Piglia (1940-2017) es otro asiduo escritor de diarios. Los ha publicado con el seudónimo de Emilio Renzi y están reunidos en tres volúmenes. Todos tienen mucha calidad y muestran su estrechísima relación con los libros, además de describir su evolución intelectual.

Entre la provocación y la modestia

En el ámbito internacional, hay que destacar también una experiencia absolutamente radical: los obsesivos y meticulosos diarios íntimos del noruego Karl Ove Knausgard, publicados bajo el título genérico Mi lucha, que han llevado el género a sus últimas consecuencias, contando absolutamente todo, lo “normal” y lo “desagradable”, con una naturalidad insólita y provocativa. Tan es así, que su entorno familiar los ha recibido con hostilidad. Estos diarios han abierto un debate sobre la privacidad, al sacar a la luz pública cuestiones que parecían exclusivas de la esfera doméstica.

De un estilo totalmente distinto son los diarios del francés Christian Bobin, Autorretrato con radiador, que se sitúan en la órbita de los diarios de José Jiménez Lozano y de las obras de Jesús Montiel. Bobin (Le Creusot, 1951), se centra, como el resto de su producción literaria, en los aspectos más insignificantes de la vida. Una de sus máximas es que “la dicha forma parte de lo minúsculo e imprevisible”, y a disfrutar de esa dicha se encamina su modesta vida. Bobin habla de la vida y la muerte, la religiosidad, la música y las flores, el silencio y la naturaleza. Estamos ante unos diarios de una gran hondura humana y poética, donde el yo –a veces orgulloso y prepotente en otros libros de diarios– aparece de manera tímida y tamizada.

También resultan muy interesantes los diarios de los escritores portugueses Miguel Torga y Vergílio Ferreira. Los de José Saramago no están a la altura de estos autores, pues el autor portugués concibió sus diarios como el baúl donde fueron a parar sus intervenciones como escritor y hombre público.

 

Cosecha última

Los últimos meses han traído una variedad de títulos que muestran la vitalidad del género.

La editorial Acantilado ha publicado en 2021 El espectador, uno de los volúmenes de diarios que escribió Imre Kertész (1929-2016), premio Nobel de Literatura en 2002. La misma editorial ya había publicado unos diarios anteriores, que iban desde 1961 a 1991, Diario de la galera; y los que escribió en los últimos años de su vida, La última posada, en los que dejó constancia de las consecuencias de la grave enfermedad que estaba padeciendo.

En El espectador, que recoge los años 1991 a 2001, Kertész se plantea los diarios como una forma de autoanálisis. Por eso, en ellos desea “escribir todo tal como viene (…). Escribir como quien nada hacia la orilla después de un naufragio”. En las entradas, con una gran carga intelectual y dramática, analiza su intensa faceta como escritor, marcada por el Holocausto y los grises años de comunismo, años de “silencio, de ocupación, de asfixia, de anticreatividad, de estado de inconsciencia después de que una nación fuera apaleada y quedara medio muerta”. No es muy optimista con la situación de Hungría tras la disolución de la URSS: “No se puede vivir en libertad donde hemos vivido como esclavos”.

De los diarios publicados en los últimos meses por autores españoles, merece la pena destacar el último volumen de los diarios de José Jiménez Lozano, Evocaciones y presencias, que recoge sus anotaciones desde las últimas semanas de 2018 a las primeras de 2020, poco antes de su muerte. El autor abulense afila su crítica a la cultura actual y reivindica los valores cristianos como el mejor antídoto.

En Ya sentarás cabeza, Ignacio Peyró se centra en el inicio de su trayectoria periodística e incluye reflexiones culturales y existenciales, desgranadas con una excelente calidad literaria.

Enredado en azul (Encuentro, 2020) es la continuación de Puerta principal, el primer volumen de los diarios de Guadalupe Arbona, profesora de Literatura y directora de la colección de Literatura de Ediciones Encuentro. Se trata de unos diarios ceñidos a su intensa vida humana, familiar y profesional, en los que también tienen cabida otros textos literarios de la autora.

La editorial Fórcola ha publicado Cuaderno de Choisy, el primer volumen de diarios del poeta y editor Miguel Ángel Arcas. El autor lo escribió en París, a donde se trasladó pocas semanas antes de que comenzase la pandemia. Como escribe Eloy Tizón en el prólogo, este libro “seduce por su combinación anfibia entre lo confesional, lo poético, lo aforístico, el diario íntimo, la reflexión política”. Están repletos de recuerdos, comentarios sobre su vida familiar y amorosa, observaciones sobre su trabajo como editor, sobre su poesía, anotaciones sobre el extraño presente e interesantes reflexiones poéticas sobre el devenir de los días con las que traza un convincente autorretrato. 

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