La decisión de Donald Trump y Kamala Harris de priorizar en la campaña presidencial a creadores de contenido frente a periodistas de medios establecidos puso de manifiesto un punto caliente que lleva un tiempo generando tensiones dentro del mundo de la comunicación: la línea, cada vez más difuminada, que separa a periodistas de creadores de contenido.
Es una verdad comúnmente aceptada que los periodistas no deberían dedicar su tiempo a escribir sobre periodismo, sino consagrarse a ejercerlo. Por ello se intuye que algo pasa dentro del mundo de la prensa cuando esto sucede. Como, por ejemplo, que unas elecciones presidenciales hayan sido calificadas como “las elecciones de los influencers” y “de los podcasts”. O que el último informe del Pew Research Center, publicado este noviembre, afirme que el 37% de los estadounidenses menores de 30 años se informa a través de news influencers (que en su mayoría no tienen formación periodística ni han trabajado en medios de comunicación), en vez de a través de periodistas. O que en la Convención Nacional Demócrata se acreditase a 200 creadores de contenido con acceso a salas VIP y un paseo en barco. Ejemplos de un cúmulo de acontecimientos y cambios en la dinámica mediática que ponen el foco sobre la labor de los periodistas. Sobre su misión, su trascendencia y resonancia, teniendo en cuenta el alcance y las cifras de los creadores de contenido, personajes públicos que también hacen entrevistas, que también cuentan lo que pasa y que también ponen el foco en temas desatendidos.
Para José Francisco Serrano, catedrático de Periodismo de la Universidad CEU San Pablo y directivo de la Asociación de Prensa de Madrid, un periodista “es una persona que asume la delegación de la sociedad para trabajar con una serie de criterios de carácter técnico y deontológico en la transmisión de la información y de las ideas en la sociedad”. Según clarifica a Aceprensa, “la función del periodista es narrar, describir el mundo, contar historias. Historias de relevancia para la gente”. Sin embargo, podría decirse que algo similar hacen los creadores de contenido. Contar historias que resultan relevantes, según se desprende de su éxito de audiencia, y hablar con personajes relevantes, como políticos y grandes empresarios. Por ello, la diferencia entre unos y otros es más complicada de señalar y requiere de matices.
Un trabajo de difícil definición
“Si me preguntas cuál es la diferencia entre un periodista y un creador de contenido, yo sé lo que es un periodista, pero me tienes que decir qué es un creador de contenido, porque el periodista también es creador de contenido”, comenta Serrano. Pero hay un gran matiz: la información son hechos y las opiniones son ideas. “La función del periodista está más volcada en la información que en la opinión, y lo que hacen los creadores de contenido está fundamentalmente basado en la opinión, no en la información, que es lo específico y lo que todos necesitamos”, dice Serrano. Por otra parte, como explica a Aceprensa Kyle Chayka, periodista del New Yorker especializado en cultura digital, a día de hoy, los creadores de contenido en su mayoría distribuyen las noticias en lugar de producirlas. “Los creadores no están encontrando nueva información o descubriendo nuevas fuentes, necesariamente, sino que están llegando a los consumidores con ideas e historias que ya están establecidas”, comenta.
Aun así, según el Informe de Noticias Digitales 2023 del Instituto Reuters, la guerra en Ucrania y la pandemia del coronavirus aceleraron un cambio estructural a entornos mediáticos más digitales y dominados por plataformas. En todo el mundo, más personas, sobre todo jóvenes, recurrieron con mayor frecuencia a redes sociales como TikTok, YouTube o Instagram que a medios de comunicación tradicionales para informarse. Principalmente, debido a una preferencia por formatos de noticias más accesibles, informales y entretenidos, a menudo transmitidos por influencers en lugar de periodistas, y consumidos en plataformas como YouTube, Instagram y TikTok. El Informe de Noticias Digitales 2024 añade que estas personalidades online, además, proporcionan una agenda alternativa, que presta más atención a contenidos sobre el clima, la justicia social y la salud mental.
“Los ‘youtubers’ y ‘podcasters’ y otros tipos de creadores tienden a ser entrevistadores más suaves y pueden ser más ideológicos” – Kyle Chayka, periodista de “The New Yorker”
En marzo de 2024, la administración del presidente Joe Biden invitó a unas cuantas docenas de influencers a la Casa Blanca para asistir al discurso sobre el Estado de la Unión y conocer al presidente Biden. Una de esas personalidades fue Sanneh, una joven estadounidense de 23 años que cuenta con casi 500.000 seguidores en TikTok y que se dio a conocer en esta red social por publicar consejos de belleza. “Nos dijo: los presentes en esta sala tienen más audiencia en la Generación Z que todos los medios de comunicación tradicionales juntos”, contó Sanneh a CBS News. Rob Flaherty, que dirigió la estrategia digital de la Casa Blanca de Biden y posteriormente de la campaña presidencial de Harris, dijo a CBS que “tenemos que trabajar con ellos. Si no lo hacemos, nos estamos perdiendo una gran forma de que los votantes obtengan información sobre el mundo”, argumentó. La cuestión, sin embargo, es a qué tipo de información.
El acceso directo y cercano de creadores de contenido a personalidades relevantes ha sido un punto muy criticado por periodistas, dadas las dificultades y trabas que se encuentran estos para ejercer su oficio. Una razón para este acercamiento, como apuntó Biden, puede ser el alcance: aparecer en una cuenta de Instagram con dos millones de seguidores o en un canal de YouTube con veinte millones de suscriptores muy probablemente genere un mayor eco que hacerlo en un programa de televisión matutino.
Otra razón puede también ser la simpatía de los creadores de contenido. “Los youtubers y podcasters y otros tipos de creadores tienden a ser entrevistadores más suaves y pueden ser más ideológicos. El periodismo tiene código ético incorporado, mientras que las redes sociales, no”, explica a Aceprensa Kyle Chayka, periodista de The New Yorker especializado en cultura digital. Serrano añade que los creadores de contenido están abandonando la función crítica del periodismo, que es la función de contraste. ¿Por qué? “Porque se están convirtiendo en interlocutores amables de los poderes. Y los poderes son muy conscientes de ese proceso y juegan a esto”, responde Serrano.
La confianza de la pantallita
Según nos comenta Chayka, los medios de comunicación tradicionales perdieron el control de la atención de los consumidores en favor de las redes sociales y los servicios de streaming. Pero, además de la atención, podría decirse que también perdieron la confianza. Como expone el Informe de Noticias Digitales 2024, apenas el 40% de los encuestados en 47 mercados dicen que confían en la mayoría de las noticias. La desconfianza se asienta en la percepción de que los medios de comunicación toman partido y fomentan un conjunto de opiniones cada vez más polarizado, no denuncian las mentiras u ocultan información por tener una agenda política oculta.
De cara a las elecciones en EE.UU., The Economist analizó más de 600.000 piezas de periodismo escrito y televisivo, y concluyó que el lenguaje de los principales medios de comunicación estadounidenses se había alejado del centro político, inclinándose hacia la terminología y los temas preferidos por el Partido Demócrata. “Eso podría disminuir la credibilidad de los medios entre los conservadores”, concluyó. Esta tendencia partidista de los medios de comunicación (en ambas direcciones) puede explicar el auge de personalidades online como Tucker Carlson y Joe Rogan en EE.UU., Owen Jones y Neil Oliver en Gran Bretaña, Pascal Praud y Hugo Clément en Francia, Mate con Mote en Argentina, Augusto Nunes en Brasil o Alvise en España. Algunos de estos creadores han sido criticados por inexactitudes factuales o difundir conspiraciones y narrativas engañosas, pero, aun así, se han erigido como alternativas a los medios de comunicación dominantes que, según dicen, suprimen la verdad y están dirigidos por intereses elitistas y corporativos.
Sin embargo, llama la atención que los nombres más mencionados en el Informe de Reuters 2024 se dediquen a la opinión y a charlas políticas, en lugar de producir información original, lo que lleva a que la mayor parte del contenido sea partidista, con poca intención de mostrar el otro lado de la moneda.
“Los creadores de contenido se vuelcan en dos procesos que dificultan la información: la espectacularización de la realidad y la realidad como un régimen de opinión” – José Francisco Serrano, Catedrático de Periodismo
Por una parte, como nos confirma Serrano, los creadores de contenido se vuelcan en dos procesos, que dificultan la información: la espectacularización de la realidad y la realidad como un régimen de opinión. “Ya sabemos lo que significa la opinión: es el último grado de la certeza del conocimiento. Por lo tanto, estamos vaciando de conocimiento a la sociedad”, apunta.
Y, a pesar de ello, tienen el beneficio de la confianza. “El público percibe a los creadores como más auténticos o íntimos, más confiables porque tienen voces individuales y personales. Los consumidores más conscientes de medios podrían confiar más en los periodistas porque hay menos conflictos de intereses, pero hace falta educación para entenderlo”, concluye Chayka.
Serrano observa que ha habido un cambio en la confianza en la sociedad en todos los órdenes. “De los hijos con respecto a los padres, de los subordinados con respecto a los jefes. La confianza tiene que ver con la autoridad, tiene que ver con la fidelización, y estamos ante un cambio generalizado. Ni los periodistas ni los creadores de contenido están libres de ideología, de tener sus cosmovisiones particulares. Lo que pasa es que los pactos que establecen los medios de comunicación con los periodistas y con el público nos obligan a dejar esa ideología en casa. Y, sin embargo, ese pacto no existe con los creadores de contenido, que además están volcados en la espectacularización de la realidad y, sobre todo, en la opinión”.
Una cuestión de oficio
Podría decirse que una de las grandes preguntas de nuestro tiempo es en quién podemos confiar, y parte del problema de los medios de comunicación puede venir de que, necesitados de audiencia en tiempos de precariedad económica, hayan imitado a los creadores de contenido, tanto en las formas como en el fondo. Al apelar al partidismo y caer en la dictadura del clickbait. Al promover informaciones que fomentan la confrontación y la controversia, creyendo que así lograrían un incremento de audiencias. Al asumir que el objetivo del periodismo no es describir la realidad, sino llevar a los lectores a una conclusión política correcta, como un pastor que pastorea a sus ovejas.
“Un periodista siempre hace periodismo cuando sigue las reglas y las normas del periodismo. Lo haga en un gran medio de comunicación o lo haga en un medio creado por él mismo”, afirma Serrano. Unas normas que se basan en la ética periodística. Y como dice el tercer punto del Código Europeo de Deontología del Periodismo, “el principio básico de toda consideración ética del periodismo debe partir de la clara diferenciación, evitando toda confusión, entre noticias y opiniones”.
La clave del poder del periodista, enfatiza Serrano, son las fuentes de información. “Un periodista vale lo que son sus fuentes. Me da lo mismo que sea un creador de contenido o que esté trabajando en un gran medio. Lo importante es su relación con las fuentes. Y esto es, lo que quizá también está detrás de la crisis del periodismo tradicional. Que las fuentes hayan sido unilaterales, que hayan sido fuentes impuestas, que no hayan sido contrastadas, que no hayan sido las adecuadas, que las fuentes hayan sido interesadas y no se haya sabido mirarlas con sentido crítico”. Como dice Chayka, el periodismo es más un oficio que una identidad permanente, y los creadores también pueden hacer periodismo, pero no siempre. “Hay solapamiento, pero no es constante”, afirma.
Igual que un creador de contenido, los periodistas también dejamos de hacer periodismo cuando no somos rigurosos con la información, cuando no cultivamos fuentes, cuando prestamos más o menos interés a una noticia según su posible alcance. Cuando no tenemos en cuenta la responsabilidad ética que se asume cuando se ejercita esta profesión, que es el compromiso absoluto con la verdad.
Cuando nos olvidamos de lo que es realmente hacer periodismo: llegar, ver, preguntar, repreguntar y narrar. Nada más. Pero tampoco nada menos.