Frida Kahlo en versión inmersiva

publicado
DURACIÓN LECTURA: 8min.
Frida Kahlo en versión inmersiva

Fotografías cedidas por ACCIONA Ingeniería Cultural

 

Definitivamente está de moda. El arte inmersivo es una tendencia que ha llegado para quedarse. Es una nueva forma de acercarse a los artistas a través de una experiencia multisensorial que lo invade todo. El espectador no tiene por qué tener conocimientos en la materia, ya que se adentra en un recorrido cerrado que facilita la comprensión de la obra.

Una antigua cochera de autobuses, de paredes asimétricas y con un espacio de 1.129 metros cuadrados, se ha convertido en el escenario de una de las exposiciones del momento. Una muestra con carácter itinerante que se puede ver en Madrid hasta abril de 2022 y viajará luego a Barcelona y otras ciudades como Conpenhague y Bangkok.

“Vida y Obra de Frida Kahlo” es una exposición inmersiva producida por Acciona y creada por su Departamento de Ingeniería Cultural. Se trata de un magnífico trabajo que no ha escatimado medios para contar bien la historia. Se han utilizado 38 proyectores de alta definición, más de 2.500 fotogramas, música envolvente, fotografías y los textos autobiográficos de la propia Frida que van marcando la narración.

Desde el minuto cero, según se entra en el Museo Instante, la luz tenue te va llevando. Las paredes se convierten en enormes lienzos en movimiento que inundan todo, incluso el propio suelo, y solo puedes hacer una cosa: experimentar en silencio; pero no puedes ni quieres perderte nada de lo que transcurre entre esas cuatro paredes.

El espectador se adentra en la obra de arte y experimenta sensaciones nuevas a medio camino entre el cine, el espectáculo audiovisual a gran escala y la museística tradicional.

Carla Prat, coordinadora artística de la exposición, nos desvela en qué se diferencia la muestra de otras experiencias inmersivas. “Queremos contar una historia diferente de Frida; por ello no se ve un pase de sus cuadros: hemos reinterpretado a la artista en una lectura desestructurada de su obra y recompuesta en una especie de collage”. Una “reinterpretación” que ha sido cuidada de principio a fin y que cuenta con el rigor académico de cualquier exposición de tipo tradicional. Además, se ha querido rendir un homenaje a la pintora mexicana, comenta Carla.

Autorretratos

La calidad del proyecto

La calidad del proyecto viene avalada por un equipo técnico muy competitivo y diversificado. Las curadoras Roxana Velásquez y Deidré Guevara han desarrollado el guion que es la base donde se asienta la muestra.

El trabajo de armonizar los contenidos con las imágenes y trasladar el guion a una experiencia espacial multisensorial ha sido ejecutado por los talleres Tigrelab, que cuentan con un equipo de artistas plásticos e ilustradores, creative coders, animadores 2D y artistas 3D.

La composición musical ha sido realizada por Arturo Cardelús, que en todo momento ha trabajado en paralelo con el equipo visual para crear esos ritmos emocionales y poéticos. La música recoge a la vez la inspiración europea y la música tradicional mexicana. Además, se crean foleys o efectos de sonidos típicamente cinematográficos que contribuyen a enfatizar la veracidad de lo que se está recreando. Y finalmente, la banda sonora ha sido grabada con la Budapest Art Orchestra bajo la dirección de Peter Pejtsik.

Retratos de familia

Contar una buena historia requiere de un buen guion, que en esta ocasión huye de un recorrido lineal en el tiempo y se ha estructurado en torno a tres momentos temáticos. La primera parte muestra la faceta artística de Frida, sus autorretratos y la importancia de su figura en el contexto intelectual y artístico de su época. El segundo momento se centra en los aspectos íntimos. Su familia, sus raíces, sus amistades y el trágico accidente de autobús que dejó su cuerpo maltrecho de por vida y que la mantuvo en cama durante más de un año. Es así como comenzó a pintar, para aliviar aquel terrible sufrimiento. La tercera y última secuencia se ambienta en la Casa Azul, el hogar de Frida Kahlo que hoy en día se ha convertido en su Museo.

La artista

Hablar de Frida Kahlo es hablar de una artista cuya fama ha traspasado fronteras, una mujer de carácter fuerte, personalidad creativa e inteligencia innata; pero si algo marcó su vida, fue el sufrimiento. La poliomielitis que padeció en su infancia le dejó una pequeña cojera y una pierna derecha más delgada: por este motivo vestía las típicas tehuanas mexicanas.

A los 18 años sufrió el accidente que la marcó para siempre: a causa de las secuelas que le dejó, hubo de someterse a más de treinta intervenciones quirúrgicas, y en muchas ocasiones tenía que llevar un corsé para sustentar su frágil columna. Además, casi al final de su vida le amputaron una pierna por peligro de gangrena.

Diego Rivera y la relación tormentosa de Frida con él

Su otro gran sufrimiento fue de tipo moral, causado por el amor incondicional que sintió por el muralista y consagrado pintor mexicano Diego Rivera. En 1929 se casaron, y esta pareja –conocida con la metáfora de “el elefante y la paloma”– comenzó a viajar por San Francisco, Nueva York, Detroit, París… Pero su matrimonio, a pesar del amor que se profesaban, fue tormentoso, con infidelidades continuas, una relación complicada que duró diez años… A pesar de ello, Frida siempre sintió una gran admiración y dependencia de Diego, que fue el amor de su vida.

“Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida: uno en el que un autobús me tumbó al suelo; el otro es Diego. Diego fue de lejos el peor”. Así lo confesó la artista.

A estos sufrimientos hay que añadir uno más: su deseo incumplido de ser madre. En tres ocasiones se quedó embarazada, pero la fragilidad de su cuerpo no le permitió realizar ese sueño. Frida tuvo tres abortos espontáneos que plasmó con desgarro en sus cuadros; quizás el más conocido es el lienzo Henry Ford Hospital. En él nos presenta su cuerpo ensangrentado, lleno de dolor, con el cordón umbilical como hilo conductor de la vida, de la nueva vida malograda.

Cuando leemos su biografía somos conscientes de que su vida tiene los ingredientes idóneos para realizar un buen film. De hecho, en 2002 se estrenó Frida, interpretada por Salma Hayek. Esta película, junto con la publicación de su diario, ha contribuido a extender el mito de la artista y su popularidad ha alcanzado tales cotas que es difícil separar su vida de su obra para descubrir su auténtico valor artístico.

La pintura de Frida Kahlo es una obra autobiográfica que combina un estilo naif con un realismo crudo. Sus obras son confesiones, estados emocionales, desgarros íntimos, la mirada ante el espejo, el sufrimiento de un momento. Quizás todo ello sea parte del envoltorio de una catarsis y de un instinto de supervivencia.

Uno de los temas más recurrentes en su producción fueron los autorretratos. “Pinto autorretratos porque estoy mucho tiempo sola”, comentaba Frida. Realizó hasta 56 versiones sobre sí misma. Su primer retrato fue de corte italiano, muy en la línea de Boticelli, pero pronto apostó por las imágenes icónicas, de intensos ojos negros que resaltaban el magnetismo del rostro en un primer plano muy estático.

Las dos Fridas

En 1939 realizó un cuadro muy emblemático, Las dos Fridas. Se trata de dos figuras de ella misma unidas por las manos, donde ambas se retroalimentaban. Este concepto de dualidad estuvo muy presente en su vida y en su obra, e incluso en la propia imagen que construyó de sí misma. A veces se representaba con el entrecejo muy poblado y con bigote, queriendo romper estereotipos. En este sentido queremos destacar que Frida no fue una pintora convencional, siempre rompió moldes, fue una activista política y social vinculada al comunismo y en los años 80 se la quiso relacionar con el feminismo, aunque esta apreciación no fue del todo acertada: solo hay que mirar la relación que mantuvo con su marido Diego Rivera.

Para finalizar el recorrido por la obra de la artista diremos que en su pintura siempre estuvieron presentes las tradiciones populares mexicanas de tipo indígena e incluso los pequeños cuadritos de tradición popular como “exvotos”, y también el amor por la naturaleza, los animales y la belleza de las flores. En alguna ocasión dijo sentirse frágil como las alas de una mariposa.

La cierva herida: así se veía ella

Su vida fue corta, pero a pesar de ello logró exponer en ciudades tan importantes como Nueva York, París o México, y se codeó con grandes artistas como Picasso, Marcel Duchamp o André Breton. Este último la consideraba una surrealista, pero ella no entendía así su pintura. “Nunca pinté sueños, ni pesadillas: pinté mi propia realidad”; aunque es cierto que en sus cuadros se respira una atmósfera onírica que recuerda a los espacios silenciosos de Giorgo de Chirico.

Frida murió el 13 de julio de 1954 en el barrio de Coyoacán, en Ciudad de México, a los 47 años. Consciente de que se moría, escribió en aquel bodegón con sandia que fue su última obra: “Viva la vida”, y en su diario sus últimas palabras fueron: “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”.

Sus restos mortales fueron incinerados y se conservan en su adorada Casa Azul de Coyoacán, aquella que la vio nacer, vivir y morir.

Mercedes Sierra
@Sierra6Mercedes, @atreveteconelarte

 

Dejar comentario

Conectado como Aceprensa. Edita tu perfil. ¿Salir? Los campos obligatorios están marcados con *

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.